sábado, 15 de enero de 2022

King Richard

 

Como quien no quiere la cosa, llega a nuestras pantallas la vida de las hermanas Williams, o la reciente película de un Will Smith, más recordado por películas como “Hombres de negro”, o “Hancok”, aunque no dejo de reconocer por otras cintas [“Siete almas”, “Soy leyenda” o “En busca de la felicidad] su calidad actoral.



Hoy, un biopic pues sobre Richard Williams, un padre inalcanzable al desánimo que respaldó sus esfuerzos obsesivos en criar a las mejores tenistas de todos los tiempos, dos atletas que terminarían cambiando para siempre el deporte del tenis. Esta idea así de sencilla [sin flash back] es lo que se observa en una película buena, entretenida y llena de valores para no desistir nunca en el mundo sobre propósitos y realidades.

Lo que podemos observar en el filme, es que las hermanas Venus y Serena resultaron ser, además de tenistas bastante decentes y educadas, a sublimes representantes de las chicas negras de todo el mundo.  Richard (un excelente Will Smith) no habla siempre de sí mismo o su plan para con sus hijas, como cualquier alma ególatra, pero ese era un proyecto que, en definitiva, se reasignaba sobre sus propias entrañas. Al fin y al cabo, estaba predestinado a completar su proyecto de vida.

Sin la necesidad de adoptar una perspectiva que reconozca el estatuto del relato vital desde un punto de vista más formal, si se quiere; una evocación cinéfila es suficiente para que nos entendamos al respecto. Moral (2009) afirma:

Un film emblemático como Citizen Kane (Ciudadano Kane, Orson Welles, 1940), es fácilmente “legible” como biográfico atendiendo a su articulación narrativa; además de ser el protagonista indiscutible de la narración, la historia de vida de Charles Foster Kane se construye a partir de diversos flashbacks (rasgo habitual del biopic). De igual modo, si el continuo rumor de que lo presentado es un retrato del magnate William Randolph Hearst apuntala desde fuera el tono biográfico del film, el noticiario visionado por los periodistas al comienzo, trufado de acontecimientos, datos y personajes conocidos por los espectadores, incide en su revalorización referencial desde dentro (p.13).

No hay mucho pues que escribir sobre esta excelente y sencilla producción cargada de ganas y sin complicaciones en la puesta en escena. Vale la pena, eso sí, como un puto y aparte; un estudio del corpus de la cinta a lo factual. Moral (2009) afirma:

Se utiliza aquí el término factual para establecer una preliminar distinción en el universo de los discursos entre los relatos factuales, basados en acontecimientos ocurridos, y aquellos otros ficcionales que presentan acontecimientos posibles. A pesar de que el término factual no está exento de contradicciones (el mismo Genette reconoce que los relatos ficcionales también se enhebran mediante encadenamientos de hechos [Genette, 1993:53-70]), tiene la ventaja de evitar una nomenclatura que en su constitución negativa (no ficción, non-fiction), refleja el privilegio otorgado a los discursos de lo imaginario en los estudios narratológicos.

Esto es importante saberlo, pues la película no cae en el cliché de siempre cuando se trata de éxitos de deportistas [tanto por la noción de “historia de vida”, como por la eventualidad de delimitar la biografía] a partir de la presencia de uno o varios personajes. Una idea que, ubicada en el centro de la arquitectura narrativa al sujeto, en esta caso la familia Williams [como realidad estable e invariable], presume la vida como un itinerario encauzado, lineal, y encadenamiento de escenas ordenadas según la intención que es tanto cronológica como lógica [es decir, el pasado como punto de partida y origen, el futuro como meta y realización].

Referencias

Moral, J. (2009). Representación cinematográfica del artista (tesis de doctorado). Universidad Politécnica de Valencia (España).

Gonzalo Restrepo Sánchez

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