Comparaciones
a un lado, “No mires arriba” de Adam McKay [“La gran apuesta” (2015), en la que
el tono cómico predominaba, pero la historia que se narraba era lo suficientemente
seria] parece —digo parece— una majadera y fútil cinta en su ideología, pero
intentaré descifrar que es mucho más seria que un filme circunspecto mal
contado. Y es que la juiciosa propuesta de un profano Armagedón [día del juicio
final] que remueve nuestra era, gira en torno a un grupo de astrónomos [Kate
Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de posgrado de Astronomía, y su
profesor, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio)] que hacen todo lo posible
por impedir el impacto inaplazable de un asteroide contra la Tierra.
Se
nota el duelo narrativo al momento de relacionar de manera orgánica los desiguales
personajes [masculinos, femeninos, majaderos y al postre nada vehemente]; lo
que da pie a un lúcido entramado de argumentos que obedece tanto a la comedia
como al intento de expresar nuestro presente. De pronto, en este sentido el
montaje tiene gran importancia.
Si
de pronto usted cree [por un mass media como la tv., la ciencia, los intereses
de los ricos del planeta, las superpotencias, etc.] que está siendo víctima de
la frivolidad o vanidad que trata de ridiculizar a la larga estas formas de “ver
la vida”. El conflicto no es que el ser humano o el “hombre americano”, para el
caso del filme norteamericano deambulen a la hora de prescribir nuestros
trastornos y vergüenzas, sino que sus artimañas son tan tópicas que es difícil
tomárselas en serio. Con base en lo anterior estamos ante una película [reitero
comedia, drama, ciencia ficción] y un relato bajo el concepto de la sátira
menipea. Celiméndiz (2015) afirma:
La menipea surge del folclore
carnavalesco, como una forma de lo serio-cómico, y llega hasta nuestros días de
muy distintas formas. Las catorce características establecidas por Bajtín,
aunque aparentemente heterogéneas, resultan poseer una unidad orgánica que
posibilita su acercamiento a las distintas formas de lo fantástico […] Dichas
características son: (1) preeminencia de la risa; (2) libertad temática y
filosófica; (3) las aventuras dan pie a hechos fantásticos; (4) todo se combina
con un naturalismo de bajos fondos; (5) se ponen a prueba las últimas
posiciones filosóficas; (6) aparecen los tres planos de lo sagrado: tierra,
cielo, infierno; (7) fantasía experimental que trastoca la escala de los
fenómenos; (8) personajes inhabituales; (9) se viola lo políticamente correcto;
(10) oxímoros y contrastes [esto muy garciamarquiano, sin bien los anteriores
también tiene cabida en su obra; (11) utopía; (12) géneros intercalados; (13)
diferentes estilos y tonos y (14) carácter polémico de actualidad.
Si
usted se lo propone, puede sacar ideas y conclusiones de los 14 puntos
establecidos. En el segundo ítem bajtiano por ejemplo, se puede concebir en la
escena musical con la estrella latina del pop Ariana Grande y el rapero Kid
Cudi, cantando un el último concierto, antes de que el mundo se acabe [¡cómo
les parece!]; y sin que haya circunscrito principio alguno, un ámbito de influjo
de un categórico santuario y feroz a narrar las “epifanías” de un dios menor.
Vale
la pena aclarar que una sátira no tiene como propósito principal esa carcajada
azarosa y ocasional [aunque en el filme los produce y son realmente efectivos,
simplificando en ocasiones el estado de ánimo], sino que al advertirla en su
conjunto y en la película, permite y aprueba sin rodeo alguno, un definitivo
sarcasmo que accede al visitante de la sala de cine observar de forma
categórica todo lo que aqueja a nuestra sociedad hoy y siempre.
Celiméndiz,
M (2015). La
sátira menipea en la Antología de la literatura fantástica de Borges, Bioy y
Ocampo. Recuperado de: https://zaguan.unizar.es/record/47228?ln=es#
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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