jueves, 2 de abril de 2020

El ‘Adagio para cuerda’ de Barber


Un interesante artículo en el diario El País de España sobre “Adagio para cuerda” de Samuel Barber (1910-1981)  con la que se homenajea cada día a los fallecidos por el coronavirus en la Puerta del Sol en Madrid, invita a muchas reflexiones y anécdotas.

La primera sería que (y cita el periódico español) Barber envió la partitura de su Adagio “al que era entonces la gran figura de la dirección de orquestas, Arturo Toscanini, que se la devolvió al poco y sin ningún comentario, un gesto que su autor tomó como un desprecio”. Cuando en realidad había sido todo lo contrario y su estreno fue en Nueva York, en una grabación radiofónica, el 5 de noviembre de 1938. Fue tal el éxito, que a partir de ahí la llevó de gira en su repertorio.


Elaborada en 1936, “Adagio para cuerda” se ha convertido  —a lo largo de casi ocho décadas—, en la pieza más famosa de Barber. La composición musical se inició como el segundo movimiento de su Cuarteto de cuerda, Opus. 11 y se ha convertido en un texto musical muy popular entre los admiradores a la música clásica. No es pues en la Puerta del Sol, donde se ha vuelto a escuchar para propios y extraños. El  cine también ha sentido una profunda atracción por el tema de Barber y se ha utilizado como parte de la banda sonora de varios filmes.

Traeré  colación dos títulos que forman parte de la banda sonora de mis gustos por el cine. Aunque hay que reconocer que sin ser un experto en el tema musical, siempre sentí atracción hacia ello. Por un lado: “Platoon” (Oliver Stone, 1986) y “Elephant Man” (David Lynch, 1980), invito a ver ambos filmes y descubran la melodía ‘Adagio para cuerda’. Una vez la hayan identificado  a través de redes sociales, considerar la experiencia cinéfila de lo que realmente es sentir la tristeza y desolación.

En relación a “Elephant Man” (David Lynch, 1980) el dolor del ser humano y el retrato de una sociedad. Joseph Carey Merrick fue un hombre que a partir de los 4 o 5 años de edad, en su cuerpo principiaron a crearse bultos y los huesos de sus extremidades y su cráneo se expandieron de forma anormal, y por esta razón casi toda su vida, fue tratado como “el hombre elefante”.

De todas formas la película nos da una versión propia, “focalizándose en otros aspectos, como las reacciones de la gente y la sociedad ante su lamentable situación, así como también en la interioridad del personaje. El discurso interno de esta película intenta ser una crítica de la sociedad de esa era. Por lo que se la distingue como una sociedad confundida incluso enloquecida (escenas en las calles, bares, burdeles) haciendo énfasis en mostrar una sociedad monstruosa” (Luis Martín).

Película para estos tiempos difíciles y que recomiendo sea observada. Sin dudas este largometraje sacude con su severidad a la hora de afrontar las escenas más significativas y,  una banda sonora que recomiendo una vez más (escuche sobre todo ‘Adagio para cuerda’),  no desentona con el argumento que se quiere mostrar en la película; y que posee un ambiente conmovedor y taciturno, marcado por la desdicha del interlocutor, la sociedad, y que no rebasemos nuestros desvelos.
Hoy día ya estamos teniendo una visión de la sociedad  y de nuestra época, y también de un público en su contexto histórico y social, dónde se sitúa la ficción. “El hombre elefante” que, de manera sutil y sin exagerar en sus formas se expresa, y que igualmente en el filme se le hace justicia al interlocutor al respetar su personalidad y demostrando que en realidad John no es el monstruo, sino la sociedad que lo humilló y torturó durante su vida. Una gran metáfora pues para intentar amar a ese “hombre elefante”, a la larga nosotros los seres humanos y dejarnos de tantas pendejadas: no dejarse acorralar por la furia.

Gonzalo Restrepo Sánchez
www.elcinesinirmaslejos.com.co