viernes, 6 de diciembre de 2019

L'empereur de Paris



Basada en un aspecto de la vida de Eugène-François Vidocq, la película “El emperador de París” está perfectamente enmarcada en su género policíaco aunque ambientada en otra época parisina.  Su director, Jean Fraçois Richet (“Mesrine: L’instinct de mort”, 2008) nos relata la vida de un malhechor que desea ser otra persona (encarnado por Vincent Cassel y que luce a su personaje) y que a la postre termina perteneciendo a la policía francesa.

Sin lugar a dudas, Eugène-François Vidocq adquirió una fama bastante notable. Suele aseverarse que Edgar Allan Poe comenzó el género policíaco publicando en 1841 “Los crímenes de la calle Morgue”. Sin embargo, hay que indicar que ya en 1828 Vidocq había publicado con gran éxito sus memorias —que tenían mucho de policíaco—. Según el escritor Kay Cornelius es muy posible que Poe se inspirara en Vidocq para crear a Auguste Dupin, considerado el primer detective de la literatura francesa.

Respecto al personaje por lo que fue y representó —sin ser el primer detective de la historia— para Francia, bien se puede discernir que los problemas relativos a la individualidad del ser humano, su interioridad y su voluntad, es evidente que no se contrastan y evidencian a la luz de los manuales esenciales de cualquier filosofía. Nicolás Maquiavelo sostenía que el ser humano no es malo por naturaleza. En sus famosos “Discursos sobre la primera década de Tito Libio”, sostiene que el legislador debe tener en cuenta que los humanos son malos (“torcidos” para un vocablo muy actual) únicamente cuando les tienta una atrayente ocasión.

Película pues que con una puesta en escena funcional a lo que acontece y mostrando algunos fragmentos biográficos del personaje y un periodo crucial de la historia de París, con acción policíaca; el filme es excelente y proporciona al espectador más desprevenido un perfil del personaje de marras. Desde este matiz la película lleva a cabo —a mi juicio— una reflexión sobre la moralidad ante la idea por lo que puede hacer o dejar de hacer el ser humano. De pronto resigna en la mente del espectador la cuestión por lo que no está en la capacidad de los humanos promover o evitar.

Gonzalo  Restrepo Sánchez
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