Sobre el tema de Robin Hood ha habido muchas versiones
en el cine (y desde que el cine es cine). En esta oportunidad, su cineasta Otto
bathurst ha puesto en escena, una de las peores sobre el personaje de marras.
Muy poco que rescatar de esta cinta, que más que
recrear un argumento sólido, se encarga de llevar a la época de Robin, los
aspavientos de situaciones y vivencias del presente siglo, donde nadie cree lo
que realmente ve. Esta es la segunda franquicia que se aposta sobre los
hombros del actor Taron Egerton (estrella de la saga “Kingsman”).
Para ser ecuánimes, cuando se trata de algo tan adaptado,
pero lleno de clichés como en este Robin Hood del siglo XXI, no aporta nada nuevo y arruina toda
posibilidad de éxito. Y es que a pesar de toda su ambición estilística y sus bríos
por hacer referencia a inquietudes modernas (la diatriba anteislámica del
Sheriff de Nottingham), Robin Hood cae estrepitosamente debido a una distancia
de lógica interna en la trama.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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