No deja de sorprender lo bestia que somos los humanos.
Las noticias recientes de asesinatos a niñas tras ser violadas, crímenes
pasionales ocupan casi a diario los medios informativos de un país que como
Colombia, pudiese pensarse que no sale de la violencia en todas sus
expresiones. Y no debe de sorprendernos, ya Fromm lo señalaba: “Nada de lo
humano me es ajeno”. Y es que a la hora de mostrar al hombre esta condición de
bestia en muchos aspectos de la vida, la literatura —y el cine sobre todo—
siempre lo han mostrado tal y como es.
Pero hay un filme —y basado en una obra literaria— que
puede llevarnos a la reflexión de hoy a través del cine precisamente. Es “La
bestia humana” publicada en 1890 y es la decimoséptima novela divulgada por el
escritor francés Emilio Zola, dentro de la serie de veinte novelas publicadas
entre 1871 y 1893 bajo el título genérico de “Los Rougon-Macquart”.
Historia natural y social de una familia bajo el
Segundo Imperio. Una serie inspirada en “La Comedia Humana” de Honorato de
Balzac y centrada en cinco generaciones de una familia francesa oriunda —del supuesto
y aldeano pueblo— de Plassans. “La bestia humana” es la fábula de Jacques
Lantier, un ingeniero de locomotoras antisocial —y misógino— que se enamora de una
mujer casada.
Personaje zolesco, donde si bien Lantier goza de buena
salud, no tanto en lo mental. Un tipo indómito a través de sus instintos
primarios. Como indica Deleuze en su valiosa prólogo, en Zola hay “dos ciclos
desiguales coexistentes interfiriéndose uno al otro: la pequeña y la gran
herencia, una pequeña herencia histórica y una gran herencia épica, una
herencia somática y una herencia germinal, una herencia de los instintos y una
herencia de la fisura”.
La película en tono oscuro narra
la historia de un hombre solitario (que no solo) por naturaleza, debido a su carácter
agresivo producido por su locura. Además, un día se enamorará de la mujer del
jefe de estación: una dama fatal e infiel hasta el tuétano. Y es que en la
película, lo que en principio parece una evidencia de cine negro con todos sus
cánones, se convierte en un auténtico drama, debido al punto de vista que
Renoir (“La regla del juego”) le da a la leyenda.
Resulta
casi imposible no asociarse en la historia ni en su atmósfera de “La bestia humana”, debido precisamente al
tratamiento que el director le da a todos sus personajes en la que explora el
lado más animal del ser humano: inmoralidad y aberración, instinto y pasión,
demencia y locura. Un retrato genial de cineasta sobre el inconsciente, la
pasión y los instintos, universos que consiguen rebosar la voluntad humana,
como, en efecto se logra en la película (altamente recomendada).
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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