Este filme que nos relata una parte de la vida privada y política de
Winston Churchill (un Gary Oldman para “Oscar”), empieza en 1940 cuando Hitler
ocupa la por entonces Checoeslovaquia. Con una toma elevada que va bajando
hasta ver cómo se cuestiona la gestión del ministro Chamberlain en el congreso
británico, todo apunta a Churchill.
Así que durante los difíciles primeros años de la Guerra, cuando el Reino
Unido se quedó solo en su firme oposición contra la Alemania nazi, el filme con
una dirección de arte perfecta, plantea de forma nada sutil, la idea de cómo
Churchill pudo tratar de cambiar el curso de la historia mundial. Para ello
(más que la documentación histórica) se basa en la caracterización de Churcill
para hacernos creíble lo políticamente correcto (“una copa del Pol Roger”,
sugiere irónicamente como agenda ante la pregunta de un periodista).
Si bien Wright, pero sobre todo su guionista Anthony McCarten se apoyan en
un alto porcentaje en la locuacidad y oratoria, realzando la capacidad emotiva
en el personaje de Churchill, el concepto espacio-temporal, no rompe con el
discurrir narrativo, bien apoyado además en la música de Dario Marianelli.
Podríamos escribir al igual que en el filme
“Churchill” (2017) de Jonathan Teplitzky, que en lo “estrictamente
cinematográfico, cabe destacar la composición en cada plano y cómo cada
secuencia pretende no enjuiciar al gran hombre británico, sino que a través de
un relato íntimo, mostrar ese “león enjaulado”, que, en última instancia,
reformulará su ficticias ideas que tenía que afrontar (la conversación entre
Churchill y el Rey Jorge VI).
Gonzalo Restrepo Sánchez
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