No he visto en la
historia del cine americano, una mirada más sincera como la de Ilse a Rick en
aquella noche en el bar, en un reencuentro forzado por el destino. Sobre todo
aquella, después que Ilse escucha "As time goes by" y aparece Rick,
con un recuerdo que no deseaba perpetuar: tropezar con el hermoso rostro de la
mujer que lo amó.
Y es que si la historia habla de la amistad, también
habla (como alguna vez sentenció Borges) del olvido lleno de recuerdos y que
nos deja además plantados. Pero no importa, de miradas está llena nuestra vida.
Y con toda seguridad, siempre sobresale aquella que tropezó con la nuestra, en
la más brillante y a la vez inoportuna de las ocasiones. Y si siempre
recordamos el final como una relación de reciprocidades (y que valga la
tautología), también concluiremos que "es el inicio de una buena
amistad".¿A qué sí, amigo lector?
Gonzalo Restrepo Sánchez
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