La película “Armero”
pretende ser un emotivo homenaje al desastre
de Armero hace ya varios años, pero le faltó para lograr un producto bien
acabado. No obstante se le abona al cineasta (que escribe, dirige y monta el
filme) su interés por una la historia que, es más sobre una pareja y sus
ambiciones como familia, que sobre el fenómeno natural en la locación
colombiana de Armero (Tolima).
Sin ser un filme al que
se le acuse de fallido, de todas formas deja entrever un guion mal acabado y la austeridad fotográfica y el avance de
una trama casi solo conversacional, hilan este filme, nada existencialista en la
pareja Omaira y Ramiro, para quienes el elemento reflexivo, ocupa gran parte
del metraje del filme, aparte de la sintaxis de los personajes restantes de la
película.
Otra lección que deja esta cinta (y lo reafirma una vez más) es el
asunto de la música y sobre todo en los dos tercios iniciales de la cinta. Y es
que ante la música como valor añadido al texto visual y su configuración
escénica para las emociones, además de ese carácter cinético del que dialogó
Elmer Bernstein en su momento y, sobre
el dominio de la acusmática ante su clasificación de los objetos sonoros en su
morfología y su tipología, “Armero” no logra seducir ante la situación de
peligro que se encuentra un pueblo desde el comienzo de la trama.
Concluimos pues que a la voluntad del cineasta Christian Mantilla-Vargas,
se suma el arresto de “contarlo todo para que no quede nada”. Ecuánime al igual
que sus protagonistas, “Armero” aguanta su metraje y se puede observar, aunque
se nos antoja que el cineasta deja al descubierto las faltas de “Armero” para coronar
algunos elementos cinematográficos.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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