Filme nada fácil para
estas latitudes del Caribe colombiano, sin embargo, vale la pena precisar
algunas ideas. Lech Majewski “toma el cuadro del Camino del Calvario de Peter
Bruegel, el Viejo, e intenta animarlo, interpretándolo, imaginando vidas a sus
personajes”. Con ritmo pausado y acorde al tono de la obra pictórica, los
planos se sumergen en la delicada pluma (cámara) del cineasta polaco, para
darnos una interpretación pictórica del asunto antes mencionado.
Sin bien la historia: bella, fría
y calculadora, se entretiene más en la composición de la pintura. La
muerte de Jesucristo, en realidad, más que plantearla del modo al que estamos
acostumbrados los católicos, apostólicos y romanos; se origina desde el punto
de vista (quizá) religioso-político: aquellas sociedades que aún no consiguen
cómo distanciar las intuiciones (por no decir ideologías) de Iglesia y Estado.
De manera que esta
película, casi sin diálogos y muy pero muy densa, a lo mejor entretiene a todos
aquellos acostumbrados a lentos travellings y más allá de la contemplación. De
manera que pocos arrebatos emotivos y muchas reflexiones al final: El cine, esa
pintura en movimiento (como aquello de que la cámara es el ojo que ve y el dedo
que señala).
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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