El punto de partida
en una plática entre dos judíos (Allen y Torturro) es la opción real de llevar
a cabo por parte de Fioravante (Torturo), un "ménage a trois".
Así que en primer tercio de la historia el espectador se centra en esperar con
relativa ansiedad quienes serán esas chicas para observar lo
"observable". De todas formas esta comedia siempre bien intencionada
y con ese olor a ese cine independiente y un Torturo que no se repite en sus
obsesiones, confronta la idea visual en su cinta de encuentros sin los “desencuentros”
en ese cine norteamericano de siempre.
Fascina además en
este semblante de un par de judíos en apuros eróticos en el mejor de los
sentidos, cómo el valor extradiegético de la música en clave de jazz, brinda la
sensación de agrado y aceptar esa confrontación de lo moral y lo predecible
cuando se está en apuros económicos.
Si la historia
resulta intrascendente, pues tiene todo el derecho a verlo así. Sin embargo el
mismo Torturo intenta explicar su punto de vista. "Es un género del que no se ve mucho, y
cuando lo ves, quizá a excepción de Midnight Cowboy, lo único que ves son mujeres como prostitutas.
¿Por qué no hombres?". En otro orden de ideas, la
colombiana Sofía Vergara logra con éxito sacar su personaje adelante, aunque me quedo con el aroma que exhaba Vanesa Paradis.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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