Narrada en primera
persona al comienzo de la diégesis, este excelente filme (mal comprendido en
España y es que el español es a veces así), arranca con las inquietudes del
joven Ramón, próximo a ser un verdadero cura: “A veces el cielo nos manda una
señal”, y en el caso del personaje de marras, una simple gota de sangre. Esta
es la clave del filme para entender, un poco más adelante, que los todos los
visitantes allí señalados por la cámara, serán ultimados —el martirio de los 51
Claretianos de Barbastro (9 religiosos, 42 estudiantes), sufrieron malos tratos
y el Obispo del lugar, Florentino Asensio Barroso V—.
Así que esta cinta
donde el seminarista Ramón desea llevar la palabra de Dios a otros lugares, es
una introspección a un pasado español cargado aun (aunque no lo creamos, en
reticencias) con o sin sentido, sean republicanos o fascistas. Así que con el
padre Munarriz, Faustino y otros personajes en una España próxima una guerra
civil, el joven cineasta muestra con pulcritud en su imagen fotografiada y sin dobleces
realidades verdaderas en una puesta en escena funcional al relato.
Con una acusmatización
intradiegética próxima a las realidades de una España que se huele y sin alargados
sentimientos políticos y religiosos, este atractivo filme eleva el concepto del
amor a los demás y la muerte sin sentido que incomoda en puntos de vista
diferentes, al servicio de un pasado lleno de recuerdos. Filme altamente
recomendado.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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