Jamás había visto una película con tanta
desgracia divertida. Esa al menos es mi percepción. Cargada de gags, gangsters,
asesinatos, mafia, FBI, etc., etc., los personajes devienen en unos malvados
por naturaleza, donde lo mejor que le puede ocurrir a un personaje es no
toparse con ellos. Y es que la familia en cuestión de esta cinta dirigida por
Luc Besson (ya entiendo este mortífero film aunque nada nuevo en él), parece
tener el despropósito de mostrar aquellos seres errantes por el mundo con su
maldad (o maldición a cuestas).
De pronto la historia no tiene una
intriga principal definida, lo que hace que por momentos el espectador se
pierda. Esto debido a que cada miembro de la familia tiene su propia cuestión
que resolver. Un punto a favor de este esperpento son sin lugar a dudas los
actores. Volviendo a lo de esperpento, es cierto, si tenemos en cuenta
que define a una visión deformada y grotesca de la realidad con el fin de criticar o
satirizar. Valle-Inclán comparó esta estética con el reflejo en un espejo
cóncavo: "Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo son absurdas.
Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la
vida miserable".
El esperpento se caracteriza por la
degradación, animalización o cosificación de los personajes; coloquialismos, y
lenguaje popular y desgarrado; lugares feos y de mala reputación como los
bares, burdeles, casinos de juego y callejones oscuros; la presencia de la
muerte; y el empleo excesivo de contrastes. Vea la película y después charlamos.
Claro, no es que la recomiende, para que después no diga, que la culpa es mía.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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