Si vemos la primera
imagen de la cinta, quizás no comprendamos de qué va el asunto, pero bien
pronto, Elle Fanning como Ginger y Alice Englert como Rosa, conducen a la
película de principio a fin en la vida
de la adolescencia de estas dos chicas, en una historia cargada sobre lo inseparable
de las emanaciones de las conductas libre de ataduras.
A partir de una cuidada
fotografía, la historia que arranca en 1945, permite desde 1962, un vínculo
desde el nacimiento de dos atrayentes, perversas, deleznables y remordidas
chicas que buscan en sus experiencias como adolescentes, auscultar en el
sentido de reconocer, lo que de pronto no estaba tan temprano en sus vidas: el
sexo, el primer cigarro, y un buen provecho de lo novedosa en apariencia de la vida.
Y es que en la
evocación en la tina con las dos chicas acerca de la escritora Simone de
Beauvoir sobre el existencialismo,
devela la fábula en una historia sobre contextos (escuchamos en la cinta:
“prefería que no se acabara el mundo si encuentro un amor que nunca se acabe”)
y pasiones convertidas en poesía, entre escenas largas y confrontantes: A lo
mejor una road movie interior.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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