viernes, 6 de julio de 2012

"CARANCHO"



En Argentina mueren al año en accidentes de tránsito más de 8 mil personas, en un promedio de veintidós por día; más de ciento veinte mil resultan heridas. La última década ha dejado 100 mil muertos. Los millones de pesos que necesitan las víctimas y sus familiares para afrontar gastos médicos y legales, producen un enorme mercado, sostenido por las indemnizaciones de las aseguradoras y la lasitud de la ley. Ahora, detrás de cada desgracia asoma la posibilidad de un negocio. Así que este relato con cámara en mano, nos habla en clave de denuncia social, aunque sea una historia de ficción, lo que hacen muchos abogados para ganar partido con base en dobleces.  Lo que le ocurre a muchos argentinos, en detrimento de una sociedad sin moral.

Visto así el asunto, el cineasta Pablo Trapero (“Leonera”) a través de un abogado llamado Sosa (un excelente trabajo de Ricardo Darín) y su relación con una joven médica llamada Lujan Olivera (Martina Guzmán), nos introduce en este “negocio sucio”. Y es entonces, a través de este dispositivo dramático, me refiero a su relación con la chica, cuando surgen los interrogantes de lo bueno o malo de la conducta del ser humano, siempre con ganas de creerse capaz de lograr lo que quiere en deterioro de las estructuras e instituciones sociales.

Ahora, resulta interesante ver como “Carancho”, bien podría permitirnos establecer una comparación y un análisis sobre la base de establecer una relación de verdades. En el momento, resulta curioso que el hecho de estar el personaje caracterizado por Darín, dentro o fuera de su escenario —prefiero no cometer “spoiler”—, nos remite también a su personaje en la reciente película de Juan José Campanella, “El secreto de sus ojos” y desde la perspectiva de cómo ver nuestra propia vida.

¡Veamos el por qué! En este ejercicio de tono y contenido, el cineasta Campanella nos pone en su filme el paradigma de muestra: La de Benjamín Espósito (Ricardo Darín) a través de una novela policíaca que escribe él mismo. En este contexto, encontramos situaciones emocionales, que no sabemos si son del escritor o del personaje Ricardo Morales y Diana Coloto (Soledad Villamil). Pero es que tiene que ser así (recordemos cuando Espósito le habla a la abogada de “ver su propia vida”). Y es como sentencia más adelante el personaje: “En la novela, no hace falta escribir la verdad”. Eso es correcto porque el escritor subraya —y que valga la tautología— la verdad verdadera.

Y es lo mismo que ocurre en la película “Carancho”, en el contexto de escribir verdades el personaje, aunque, claro está de forma diferente y en desiguales escenarios. Quiera o no, el abogado Sosa escribe y subraya—metafóricamente hablando—, la realidad de su vida, donde no es necesario escribir la verdad. Así que mitad drama y mitad thriller, “Carancho” es una película que nos permite una vez más, reafirmar que esta buena cinta, proviene de un director surgido de esa nueva generación de cineastas argentinos.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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