viernes, 24 de diciembre de 2010

“Black swan”

Extraordinaria película de Darren Aronofsky, que nos introduce en el mundo interior de una bailarina llamada Nina (Natalie Portman). Historia pues que en su afán de mostrar el retrato psicológico de la bailarina, observamos y sentimos a través de su interés en la perfección de su “performance”, que para inmortalizarse con su actuación, en la pieza musical “El lago de los cisnes”, confluyen todos sus temores y alegrías.

Pero esto quiere decir que Nina exorciza sus propios demonios a través de la danza. Para ello el cineasta con imperturbable (en el sentido de delicada y sensible) intriga de la trama, y una cámara inquieta que no deja de señalar y revelar; nos involucra en sentimientos por momentos asfixiantes. Siendo honestos, hay que reconocer que el éxito del film, se base en su totalidad en la caracterización de Natalie Portman (uno de sus mejores trabajos para el cine, si no el mejor).
Película pues que una vez más pone el dedo en la llaga respecto a donde está esa línea divisoria entre la realidad y la fantasía de un personaje, que siendo el cisne blanco y el cisne negro el mismo personaje, cabe la pregunta: ¿Cuál es su alter ego (su “otro yo”)? Pienso que el cisne negro y por eso el título del film.

De manera que si la película trata acerca de la obsesión y la perfección. La pregunta se mantiene: ¿Tiene (o debe tener) la gente un alter ego? Pues yo diría que sí, pues “el alter ego” es simplemente un “yo alterno” que tiene la persona, y este puede ser afín en aspecto y con respecto a la persona real, pero que tiene la arrogancia (en el mejor de los sentidos), de tener “poderes” que el individuo original no tiene, o que tiene pero no notorio en su vida diaria.