miércoles, 6 de agosto de 2014

EL CINE A PROPÓSITO DE LA I GUERRA MUNDIAL EN SU CENTENARIO



El pasado 28 de junio, se cumplieron 100 años del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria a manos de Gavrilo Princip (la historia sostiene que no era un nacionalista serbio), lo que desató el inicio del conflicto bélico entre potencias europeas. Uno de los bandos conformado por el impero Austrohúngaro y Alemania y el otro por Rusia, Francia y Gran Bretaña. Más tarde se unirían a la lucha potencias como Japón y Estados Unidos.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el cine tenía apenas dos décadas. Además todavía estaba en etapa de innovaciones técnicas y sus cineastas en busca de un lenguaje cinematográfico. De todas formas, se filmó mucho al respecto para documentales, noticieros, etc. Se estima que la mayor parte de este material está perdido —se considera que cerca del 80% de las películas producidas no han sobrevivido hasta nuestros días—.
Si se toma como referencia que el atentado atribuido al grupo terrorista serbio Mano Negra fue el detonante de un brutal conflicto que dejó decenas de millones de muertos y se prolongó hasta noviembre de 1918. El cine lo ha retratado en multitud de ocasiones. Han sido muchos los directores que se han atrevido a contar este nefasto capítulo en la historia de la humanidad. Jean Renoir, John Huston, Stanley Kubrick, Federico Fellini, Steven Spielberg entre muchos otros. Han contado desde diferentes puntos de vista lo ocurrido.

De pronto el primer asunto para el cine, pero con puesta en escena fue el filme Shoulder Arms dirigido por Charles Chaplin  (1918). La cinta recrea “al soldado número 13 del ejército estadounidense convencido de que va a morir por haber roto un espejo, no acertar en cara o cruz y por llevar el 13 de la mala suerte. El hombre sale lleno de miedo de su trinchera, pero consigue capturar a un grupo de enemigos alemanes él solo. Después de esto, cree que tiene buena suerte, y decide hacer un trabajo voluntario en el que le pasarán muchas cosas; entre ellas, disfrazarse de árbol, ayudar a una mujer francesa, capturar a más alemanes y hasta ganarse el respeto de toda la base americana”.



Pero como sería prolijo irrumpir con todos las películas sobre la I Guerra Mundial, considero pertinente traer a colación el film francés de Jean Renior (*) “La gran ilusión” (1937). Filme altamente recomendado cuyo argumento ha sido perfectamente resumido por el profesor Pierre Sorlin (**): “El film comienza en un bar militar francés cerca del frente durante la I Guerra Mundial. Un piloto, el teniente Marechal (Jean Gabin) recibe la orden de llevar al capitán De Boieldieu (Pierre Fresnay) en un avión. La segunda escena transcurre en un bar militar alemán. El mayor Von Rauffenstein (Erich von Stroheim) que ha derribado el aparato francés, invita a los oficiales enemigos a comer. Marechal y Boieldieu llegan a un campo de prisioneros. Son enviados a barracones donde la vida no es muy difícil. Más tarde, Marechal y Boieldieu, tras intentar escapar varias veces, son encerrados en una fortaleza donde el mayor Von Rauffenstein, gravemente herido e incapacitado para volar, es el oficial al mando. Los franceses se dan cuenta de que pueden escapar si se produce algún momento de confusión. Mientras Boieldieu simula una evasión y los alemanes lo buscan, Marechal y Rosenthal (Dalio) escapan. Ambos huyen a través de la nieve y el barro. Habiéndose torcido un tobillo, Rosenthal no puede avanzar a buen ritmo; su amigo lo abandona pero al poco tiempo vuelve y le ayuda a esconderse en una granja. La granjera, cuyo marido y hermano han muerto, los recoge. Marechal se convierte en su amante y trabaja como si fuera el granjero. Cuando Rosenthal se recupera completamente, ambos cruzan la frontera suiza”.

En esta cinta en su lectura más profunda nos “habla” toda esa gama de casuísticas sobre la amistad, el amor, la guerra y esa gran ilusión (de escape metafóricamente hablando) que no es otra cosa que las pequeñas utopías de las que debe vivir el hombre a pesar de las adversidades. Sin maniqueísmo y ese gran mensaje pacifista, el filme es un punto de partida para toda película que nos relate sobre la I Guerra Mundial. Por una condición fundamental: se ocupa de la vida y de la guerra a escala humana. Es decir sobre nosotros mismo y nuestras guerras interiores cuando de buscar los verdaderos senderos se trata.

Así que parafraseando la película de Renoir “La bestia humana” que somos los mortales. No hay otra forma de definir con toda seguridad el conflicto más absurdo, estúpido, innecesario, y por todo ello, triste de la historia de la humanidad. De todas formas el cine lo deja impregnado de verdades y mentiras (las propias de la misma historia).

 (*) Jean Renoir era hijo del genial pintor impresionista Pierre Auguste Renoir. El cineasta Jean fue soldado durante la primera guerra mundial y fue herido en combate, a consecuencia de ello arrastró una cojera durante el resto de su vida. En su carrera hay títulos tan importantes como “Los bajos fondos”, “La bestia humana”, “Esa tierra es mía”, “El río” o “Elena y los hombres”.

(**) SORLIN, P. The film in history, restaging the past. Oxford: Blackwell, 1980, p. 146.

Gonzalo Restrepo Sánchez
Visiste: ww.elcinesinirmaslejos.com