viernes, 7 de febrero de 2014

Philip Seymour Hoffman: ¡Siempre te recordaremos!

No andaba nada errado el comediógrafo griego Menandro cuando sentenció que “el amado por los dioses muere joven”. Y es que este ateniense ante a caracterización moral de sus personajes, proponía como único ejemplo de modelo de comportamiento, la capacidad de hacer posible la vida en sociedad. Este patrón responde a un ideal social elevado, equilibrado en saber conocer los propios defectos y ser condescendientes con los de los demás para intentar así corregirlos.

Y es que con base a lo anterior, sinceramente no hay película en que el actor Philip Seymour Hoffman no haya dejado su piel en cada caracterización y haciendo precisamente lo contrario. Aunque pienso que con base en su filmografía, siempre nos dejó entrever su filosofía de la vida, pues actor y personaje perecían ser uno mismo. Y los ejemplos abundan. Sólo traeré a colación (pues los paradigmas sobrepasan a ese “viento que lo aleja” de la vida, en el sentido de que “corremos a la muerte, alejándonos de ella”), su caracterización en  “La duda”, del cineasta John Patrick Shanley.
En la película, Seymour Hoffman es un apasionado y carismático sacerdote. El padre Flynn (Seymour Hoffman) intenta cambiar las rígidas normas del colegio, que durante años han sido celosamente salvaguardadas por la hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep).

Muy pronto el director nos da las coordenadas de la historia, cuando en la primera escena que vemos que el padre Flynn (Philip Seymour Hoffman) desde el altar, nos habla sobre qué hacer cuando uno no está seguro, hacia donde vamos en esa inseguridad. En este camino trazado por el discurso fílmico de “La duda”, la historia tiene un alto nivel metafísico más allá de la conversación y los rituales códigos de este drama religioso. 

Gonzalo Restrepo sánchez

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