Este filme colombiano que se presentó en el reciente
festival de cine de Cartagena de Indias, si bien, es una co-producción con el
Reino Unido, es dirigido por una cineasta australiana residente en Colombia
llamada Emma Rozanski. Respecto a la película y si tomamos como punto de
partida el joven personaje femenino Bernicia (le llaman “Berni”) y su vida en
la montaña, la familia y su relación con su entorno natural, podemos tener dos
puntos de vista respecto a cómo abordar el filme.
Primero, sería que en esa relación observada entre
“Bernie”-caballo (que parece ser el catalizador en la vida de la mujer))-paisaje,
nos remite de alguna manera y sin alegoría alguna, al llamado género Western —otros
géneros y escuelas cinematográficas han sacado también provecho por ejemplo, de
la poesía emocionante del paisaje—. Y
segundo asunto, cuando escuchamos en la cinta: “los sueños viajan con el
viento”. Respecto a la primera relación y con una puesta en escena sencilla
aunque con algunas angulaciones de la cámara propias del Western en algunos
momentos de la diégesis, bien permite expresar con claridad que la cineasta
saca beneficio de esas particularidades consecuentes, en las que se reconoce de
común el Western, y que no son más que los signos o los símbolos de su escena (sin
llegar a mito alguno).
También, sería preciso plantear de la cinta que,
mediante unos diálogos casi que susurrados, no se requiere nada más.
A través de ellos, se puede
captar toda la acción que discurre, ciertamente, y sin encuadre alguno que
permita disipar esa línea entre realidad y ensueño, así como entre el pasado
(por lo de las remembranzas), presente y futuro de unos interlocutores sin
máscara alguna. Creería que el asunto es así.
Unos personajes que en ese escenario campestre, la
cineasta —y ahí su talento— sabe seducir a través de sus “perfecciones esenciales”
(percibirse así mismo sin temor) a la vista de cualquiera que quiera fijarse.
La beldad no queda comedida a universos ancestrales, míticos y encubiertos (no
obstante, la guajira que llama a través del sueño y no es una imagen onírica).
Queda pues por referir el paisaje de la película que
al impregnar de su soledad a quienes pueden convivir con ella, deja cierta
sensación de sosiego, y algo que intencionalmente elabora la cineasta: tanto si
como el aparato narrativo se expande con una luminosidad comprensible, debida,
y además, a un modestísimo argumento que no oculta nada.
De pronto, para este tipo de planteamientos
narrativos, el filme pudo haber sido estructurado en capítulos (mediante el
fundido), en el sentido —y justificación— de no sentirnos tan aprisionados por
el manejo del tempo De todas formas, concluyente la dinámica de este plan
argumental, así como su carácter de documental que nos atrapa para bien.
Cuando escuchamos: “los sueños viajan con el viento” y
sin nada de aspaviento. Quizá sea la mejor forma de expresar parte de la
ideología de quienes habitan un gran espacio como el observado en el filme; donde,
no es que se interprete que el lenguaje no verbal de los personajes no resplandezca,
ni mucho menos —no se hallan trazas del cine mudo en este filme—, es que todos
los gestos y movimientos que realizan todos los interlocutores observados son
de una simpleza abrumadora. Y diría que comprensible para darle cierta sensatez
a una trama lineal.
Y es que la película en un momento, pudo haberse
inclinado hacia un western psicológico, pero, no, cambia sus códigos de la
acción y es algo a rescatar del guion. De pronto, todo sea la metáfora (que
recorre los mejores westerns) del renacer día a día sin tormento —Rozansky lo
plantea así—. Y es la decisión consecuente por parte de “Berni”; de deleitarse
además, sin fractura psíquica sobre su realidad y cualquier sospecha de
precariedad.
Me gustaría insistir que este tipo de cine colombiano
abarca el concepto de cine de autor. En últimas, “[…] se puede decir, es alguien [el autor]
que nos manifiesta su metáfora de la vida con gran humanidad, en un film”
(Gutiérrez, 2014, p.4). Otra
particularidad ya más bien orgánica del cine moderno es el manejo del guion o
narrativa. Muchas veces el cine moderno reclama por la narración de arte y
ensayo, y otra gran contraseña de este cine moderno, es la indagación sobre las
circunstancias íntimas del sujeto. Al salir de la sala de proyección, el
silencio del espectador lo dice todo.
En
últimas, no obstante la teoría de autor tiene sus contradictores en el mundo
actual, continúa siendo un modelo seductor para tener en cuenta a la hora de discutir
de una película y su director, sobre todo si se estima y se cree que el cine
puede ser un fruto de “expresión personal”.