La película “Anatomía de una caída” de la cineasta francesa Justine Triet tiene la particularidad que disecciona una relación matrimonial a través del juicio a Sandra (Sandra Huller) esposa de Samuel (Samuel Theis) —después de una caída mortal—, y que en un comienzo de la historia, la duda que queda es si, se suicidó o fue asesinado.
En este contexto se desarrolla la película que ganó
Cannes este año, donde el rompecabezas de ese posible asesinato está entre el
hijo de la pareja o un perro. De manera que este thriller judicial tiene elementos
a favor [no sé si para ganar Cannes], pero al menos deja entrever un guion meticuloso,
donde el diálogo en el juicio acredita los mejores momentos.
Diálogos totalmente creíbles y desesperadamente humanos.
Y a medida que el filme continúa, la disposición del diálogo en el juicio,
amerita su atención. Además, cada plática ulterior sigue siendo un
interrogatorio, y cada palabra un instrumento más de algunos interlocutores que,
no necesariamente son consecuentes del poder que ejercen, si bien, algo
perversos.
Con base en lo anterior, la evocación de la película “12
hombres en pugna” (1957) de Sidney Lumet y más precisamente sobre diálogos en
un juicio, donde compartimos la turbación a medida que algunos “jueces”
continúan impugnando o añadiendo irresolución a aseveraciones de culpa y quedan
encantados; en “Anatomía de una caída” magistrados proyectan dudas en ciertos
ordenamientos psicológicos y jurídicos.
Además, de ese enigma de por qué y quién en este argumento
son las evidencias de hasta cierto punto de las propias parejas en crisis; qué duda
cabe que
la aquiescencia de que los matrimonios y las relaciones en general, muchas veces
logran ser incómodas. Relaciones muy bien descritas a través de los diálogos,
en una película compleja, penetrante, y airosamente cimentada por la cineasta
francesa Justine Triet.
Sin llegar al extremo de que el personaje de Sandra es una
mujer fatal. Su frialdad es un elemento importante para cualquier tipo de elucubraciones.
Y recordando por un momento a uno de los dramas judiciales más famosos de la
historia del cine, “Anatomía de un asesinato” de Otto Preminger; en este tipo
de juicios, siempre se sortea minuciosamente desenlaces —a lo mejor— duros y de
cualquier naturaleza. Ahora, lo que único que tiene en común ambas películas es
el valor de la honradez en la pesquisa de la verdad, en un juicio sobre un crimen
pasional. “Anatomía de una caída” es pues una película donde el secreto indecible
e insubordinado en el corazón de las relaciones profundas, son encaminadas a
través de las palabras.