Narrada en voz Off y en primera persona, Robert Bresson saca una película llena
de significaciones y motivaciones en un carterista, para demostrar que esta
atmósfera (a veces extraña en nosotros), posee la fascinación para el que está
sentado en la butaca de lo malo que pasaríamos nosotros si fuéramos
carteristas, así por que sí.
Siendo
un poco más realistas, la cinta ubica los perdedores en el cénit de la
testarudez y aclama por seres que habitan con la vida sin “viento”. Rumbo que a
veces nos cuesta, ya que nunca estamos preparados para, metafóricamente
hablando, ser “carteristas”; es decir, robar la sutileza del buen vivir pero a
la vida.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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