Hay que decir de entrada que
el actor Denzel Washington (ha dirigido
dos filmes: “The Great Debaters” (2007) y “Antwone Fisher”, 2002) realiza esta
historia que tiene lugar en la década delos años cincuentas y gira en torno a
una estrella afroamericana del béisbol americano que por circunstancias de la
vida se ve forzado a trabajar recogiendo basura.
Una historia pues en apariencia
normal, pero que en su ideología plantea aspectos fundamentales sobre las desilusiones
de la vida cuando los sueños no se cumplen. Por eso — y perdón por el spoiler—,
Troy (Denzel Washington) no quiere que su hijo Cory (Chris Chalk) busque una
carrera como futbolista profesional.
Ahí estaría la clave de un
discurso universal, que acotando además sobre la barrera del color que existía
en los deportes profesionales en los años cincuentas en los Estados Unidos,
todo se circunscribe a un choque entre emociones y realidades en este contexto
por demás algo dramático.
Cargada esta cinta de diálogos
extensos, y la música original de Branford Marsalis es otro de los encantos de
esta película, con buenas intenciones y una moraleja para no olvidar: “En la
vida humana solo unos pocos sueños se cumplen, la mayoría se roncan” (Jardiel
Poncela).