Para un iraní como Panahi que no puede hacer cine en su país, da una clase magistral del buen quehacer cinematográfico. De manera que a modo de falso documental, el cineasta recrea personajes citadinos, sus inquietudes y nos revela a través de sus diálogos que la vida a la larga es una carrera de taxi, donde me puedo expresar sin tapujos en la boca.

Y es que el cineasta Panahi se sale con la suya, pues hace una crítica a la escasa libertad de expresión (una niña tiene que hacer su filme de forma clandestina). Así que estamos ante una película valiente y comprometida, que vale la pena ver. Se evidencia ella mucha imaginación para lograr captar lo que a la larga el pueblo iraní piensa de si mismo,
Gonzalo Restrepo Sánchez
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