“¿Y qué es la verdad?” (Juan 18:38), sería la pregunta a
formular mirando al Leviatán. Y de eso trata este filme que en la Rusia
de Puttin, que desvela un caso real sobre el corrupto poder. Y es que a pesar
del extenso metraje del filme, la historia en la medida que avanza, menos se
siente que el asunto va para largo.
Esto es debido quizá a un guión bien estructurado en sus
tercios. Además este cine político y social, si bien no gusta a las altas esferas
de todas las culturas, países y políticos corruptos; sí deja en el espectador
la sensación que en todas partes se cuecen habas, para que no miremos solo
nuestro país de origen.
Historia pues que enfrenta las injusticas y los sinsabores de
la vida (fracaso en la familia, infidelidades, y sobre todo el abandonar la
tierra que poseen y que da el pan cada día) donde siempre hay que tener la
sabiduría de la paciencia y sobre todo, saber perdonar.
Hasta la iglesia ortodoxa es mostrada (ni para bien ni para
mal) en esta pincelada de las sociedades actuales, donde por más que lo
intentemos, siempre habrá algún corrupto en alguna esquina, esperando hacer el
mal. Película altamente recomendada.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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