Una historia contada
entre el presente y el pasado de Eric Lomax, es la forma del cineasta de
ponernos en contacto con un hecho real, sobre una vida que más allá
precisamente de lo actual (enamorarse de una mujer) y el pretérito (una guerra
que deja huellas imborrables); todo parece indicar que las cosas de la vida no
tiene explicación.
Esta es la película que
trata de la guerra, el amor y los traumas que una persona puede tener en un
discurrir de lo efímero que es vivir sin aferrarse ni al presente ni al pasado.
Sólo los encuentros con nuestros propios imaginarios, nos darán a la larga un
puente sobre los ríos (entiéndase el destino), no para repetir la historia,
sino para verla con otros ojos.
A pesar de tanto salto
espacial y temporal —no sólo en la diégesis de la cinta—, si no de los mismos
sucesos de la vida, esta ideología del filme, de vivir el presente (y evocar el
pasado), Nicole Kidman y Colin Firth, brillan a la luz de una cámara pausada,
que intenta con éxito transmitir ese recado de encuentros con uno mismo y los
demás.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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