De tanto salto en el relato (su aspecto menos favorecedor), de pronto algunos criterios de peso dramático en el guión no sobresalen, aunque el hilo conductor sea una confesión sincera (aunque suene a tautológico) de parte de un sicario (Marlon Becerra).
Si bien la cinta es un thriller psicológico, se deviene en una dialéctica sobre el bien y el mal (a través de dos personajes) en medios corruptos, que de pronto ya no sorprende al espectador colombiano atosigado sobre este tipo de temas. Lo mejor a mi juicio es la fotografía que logra dar tono a escenas propias del thriller, aunque el guión cae en sus dos tercios finales. Ya lo dice McKee: "si quiere escribir un buen guión, lea "La Poética", de Aristóteles.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com