Este es un film basado en un hecho real y nos relata como a finales de la II Guerra Mundial (1939-1945), a un selecto grupo de historiadores, directores de museos y expertos en arte, tanto británicos como norteamericanos, se les encomienda la importante y peligrosa misión de recuperar las obras de arte robadas por los nazis durante la guerra.
La película pues sin
sobresalto alguno, está bien dirigida en su propósito de relatar cómo se fue
gestando la aparente odisea de descubrir los lugares donde estaban las obras de
arte. Con el tono musical de la cinta, la propuesta cinematográfica camina por
un sendero más humanizarte, o dicho de otro modo, menos bélico aun siendo su
marco la II Guerra Mundial.
La calidad y aroma de
los actores también refuerzan más el ambiente de ese cine bélico de los años
sesentas, distanciándose de trabajos como “Rescatando al soldado Ryan”, de
Spielberg. Y esto a mi juicio, es algo a favor de la cinta, que sin lugar a
dudas, de pronto (para usted en su recóndita cinefilia), recuerda aquel cine
bélico que tanto cautivó (dícese “Los cañones de Navarone”, por ejemplo) en su
tesitura visual y musical.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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