El antónimo de utopía
es distopía, donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad
ideal. El término se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad
ficticia frecuentemente emplazada en el futuro cercano, en donde las tendencias
sociales se llevan a extremos apocalípticos.
Lo anterior es bueno explicarlo, ya que “Guerra
Mundial Z”, del cineasta Marc Forster tiene una trama en un universo distópico.
Esto es un mundo (casi) sin salida y de destrucción del ser humano. Para ello,
el relato, y a través del experto
investigador de las Naciones Unidas Gerry Lane (Brad Pitt) intentará evitar lo
que podría ser el fin de la civilización en una carrera contra el tiempo y el
destino.
Sin apartarnos de lo anterior, el film basado en el libro escrito por Max
Brooks (el hijo de Mel Brooks), se mueve entre el cine de terror y la intriga,
en una acción trepidante, sin traspasar al género gore, y que no deja respirar
al espectador.
Enfatizando que el señor Gerry Lane nos cae bien, esto resulta importante, pues dilucida en la mente del
asistente a la sala de cine, el imaginario colectivo del héroe al que no tiene
que pasarle nada. En el asunto del guión, si bien las transiciones y enlaces
son atrevidas al pasar de un tiempo y espacio a otro tiempo y espacio, el
espectador siempre hilvanará en su mente, como se podrá salvar al planeta de
semejante amenaza, aunque también podría ser una crítica a los protocolos
internacionales cuando de pandemias se trata.
Este asunto de los zombis (no muertos), ya fue llevado al cine por
primera vez (y es bueno recordarlo) en “White Zombie”, en 1932). Claro que el
cineasta más recordado por este subgénero del cine de zombis es George
Romero.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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