
El cineasta Gabriel Velázquez ha querido realizar un film muy personal, directo a la adolescencia y unos chavales que siempre nos dejan entrever esa parte del interior de un Iceberg que no podemos ver, pero que existe en el sentido de identidades, creencias e identificaciones.
Esto es lo que parece en los chicos protagonistas. Esto es lo contado con manos de una cámara casi fija en todo momento y unos diálogos que nos remite siempre esa parte de las ideas cuando comienzan a ejercer ciertas decisiones de mentes jóvenes, pero sin ataque de nervios.