domingo, 11 de marzo de 2012

CHRONICLE

Josh Trank en esta oportunidad nos relata (de forma inteligente, aunque será poco comprendida), la idea de tres chicos quienes conocedores de sus poderes mentales y sobrenaturales, comienzan a hacerles jugarretas a vida (y es que siempre se están burlando de ellos mismos y los demás). Si bien la historia (relatada en un alto porcentaje en tomas subjetivas (desde el punto de vista de un personaje), por momentos asfixia al espectador, deseoso quizá de conocer al interlocutor.



De todas formas, los diálogos hacen una evocación a la “Alegoría de la caverna”. Y es a partir de esta idea que el film puede tener sentido y no salir defraudado en su lectura. La reminiscencia nos remite al libro VII de la “República”, que comienza con la exposición del conocido mito de la caverna y que Platón utiliza como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento (según la teoría explicada al final del libro VI).

La caverna podría ser ¿la que observamos al inicio del film? (el texto platónico rotula: “Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas”.