lunes, 4 de julio de 2011

En un mundo mejor

Este film de Susanne Bier (que tiene títulos en su filmografía como “Freud deja la casa”, “Después de la boda” o “Cosas que perdimos en el fuego”), retrata los laberintos del alma sobre el amor, la necesidad de amor y los enemigos del hombre (que es la misma hostilidad del hombre).
Entonces, lo interesante del film es que sin diseñar casuística y dialéctica alguna a través de de un par de chicos amigos (Christian y Elías) y sus respectivos padres; es que, cuando nos enfrentamos personalmente a nuestros prejuicios, decidimos también aceptar o no a una sociedad carente de ternura.



Ya lo dijo Epstein: “Es más fácil dividir un átomo que superar un prejuicio”. De todas formas en la película, el apotegma de Epstein no se da, pues ante la ausencia de obsesión y maledicencia en algunos personajes adultos y los chicos, el camino a recorrer parece no estar lleno de trabas. Ahora, las mentes jóvenes pueden pugnar en sus propios conflictos, pero que con la atención y ojos abiertos de los padres, todo tiene solución.

Film pues que planta que una sociedad puede mejorar, siempre que haya interés por ello. Los odios, las mentiras de algunos humanos, deberían no entorpecer la idea de “un mundo mejor”. Ahora, el film tiene otras lecturas que lo hacen igualmente interesante. Temas como el acoso escolar (hay una denuncia sobre el sistema educativo nórdico), las relaciones entre padres e hijos y las reacciones ante la violencia que a diario vivimos.

A modo de conclusión y si bien la trama termina con patrones previsibles, pienso que la recomendación de la cinta está en poder abordar los conflictos de los hijos por parte de sus padres. Ahora, para ese encuentro, el ejemplo en la conducta de los padres debe ser paradigma a seguir. No podemos decirle a un hijo que no fume, cuando nosotros nos fumamos un paquete de cigarrillos diario.