Por primera vez en la
historia del cine colombiano un filme nacional aspira a ser ganadora de un
“Oscar” por la Academia de Hollywood. Y no es de extrañar, cuando en mis
humildes conceptos siempre la consideré una obra maestra., pero al margen de
esto, si existe alguna película que le pueda competir de las nominadas por la
Academia, es el “El hijo de Saul”. Entre las dos estará la estatuilla dorada.
"Cada vez que el
cineasta Ciro Guerra realiza una película, pone más alto el listón para
alcanzar su propia voz en el relato cinematográfico. En esta oportunidad con “El
abrazo de la serpiente”, solo el tiempo dirá la envergadura de esta cinta que
le dará la vuelta al mundo, aunque no produzca un peso en su país. Pero es que
la vida de las películas es así.
Esta historia basada en
hechos reales evita cualquier deus ex machina y se centra en aquello que le
interesa. Y con una cámara que no se siente, es a modo de “road movie”, la
expedición del ser humano en pasajes poco conocidos por el hombre deseoso de
buscar algo más allá del encuentro con uno mismo. Si aceptamos este punto de
partida, la película entre el flash back y el presente, va develando que todo
es posible gracias a la terquedad, aunque de pronto se confabule todo hacia uno
mismo y no pase nada.
De manera que en unos
paisajes, nunca antes visto en películas de ficción colombianas, verdaderamente
en la Amazonía colombiana impera su majestuosidad. Además, con la fotografía en
blanco y negro, sumerge el espacio en un tono de misterio. Gracias a esto, el
cineasta encuentra el uso de la ficción (como ordenan los cánones de la
etnografía audiovisual), como una condición más pertinente de acercarse al cosmos
simbólico de las sociedades.
De manera que el
cineasta caribeño se recrea en una fastuosidad digna de un Ford, o de un
Antonioni. Un viaje por el Amazonas hasta la cumbre de la muerte, llevando
consigo su nihilismo. Y es que «somos lo que somos, porque otros fueron lo que
fueron». Podríamos inscribir en esta misma idea, no tanto porque trate de algo
imposible (de hecho no lo es), sino por la forma en que Ciro Guerra juega al
misterio, proponiendo el folklore ancestral y la religión como elementos de
fuego eterno.
Sin temor a
equivocarme, la historia del cine colombiano dirá en su momento (no muy lejos),
que “El abrazo de la serpiente” es la más importante película del cine
nacional. Por muchas razones, pero una es que si el cine ha de servir para
contar algo más que historias, la película de Ciro Guerra deja en la memoria
audiovisual nacional un trabajo perfecto sobre una región del país olvidada,
tanto ayer como hoy. Además, le impregna todo el misterio y grandiosidad a una
cultura aún por mirar con otros ojos.
Pero en el tratamiento
cinematográfico, el cineasta se recrea con una cámara limpia de todo impulso
por el sobresalto. Una lección del buen manejo de la cámara, que nos remite al
pensamiento de Bergman cuando sentenció que la cámara es el corazón del
cineasta. En la del cineasta Ciro Guerra, mucha espontaneidad. Pero hay razones
desde el punto de vista de etnografía audiovisual, donde (y sin temor a
equivocarme), bien vale la pena observar y detenerse un poco.
Ciro Guerra cineasta caribeño |
Si Jean Rouch es el
creador del “cine directo”, por lo que Robert Flaherty y Dziga Vertov en su
momento llamaron «cine-verdad». Guerra asume una actitud de autoconsciencia, de
observación participante y de lo que se ha llamado “antropología compartida”, y
que, en esta oportunidad transgrede (en el mejor de los sentidos) los límites
de lo común o habitual. De manera que Ciro Guerra de pronto deriva a una
estilización que embellece la imagen en blanco y negro para esas culturas
tribales, primitivas, pero en el fondo conmovedor.
Esta idealización
implica una pregnancia, como potente recurso emocional; aportando por supuesto
su sello de autoría (ya sólido) y que al mismo tiempo le permite no separarse
de los cánones a lo John Ford, en su pasión por el espacio y la aventura.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Historiador y crítico
de cine
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