domingo, 1 de febrero de 2015

SAN VINCENT


Excelente trabajo de Bill Murray en el papel de un personaje desarraigado. Y de eso va esta historia, esas vidas que caminan en callejones sin salida "aparente", pues uno mismo tiene la llave para abrir o cerrar el camino y no depender de la suerte (las carreras de caballos en la cinta).

En este sentido, la historia va de principio a fin, aunque la presencia del niño en la historia, brinda la ocasión de pensar que nada es demasiado temprano (o demasiado tarde) para empezar propósitos de la vida con pocas ganas. En este contexto, la metáfora funciona, como también todos los personajes que apoyan un guión lleno de buenas intenciones respecto a que (como dice la canción que alguna vez interpretó el argentino Sandro): "... al final la vida sigue igual".

Tragicomedia pues cargada de muchas reflexiones sobre que es lo que realmente importa en la vida, cuando de comportamientos ante mis semejantes se trata. Seres a quienes deseo tener a mi lado, por supuesto. De manera pues que esta es una cinta recomendable, desde la perspectiva de las buenas intenciones que conducen muchas veces a una vida sin muchos "sobresaltos",y, el viejo cascarrabias" de la cinta así nos lo expresa (sobre todo cuando uno habla consigo mismo). Respecto al asunto estrictamente cinematográfico, el director no se complica la vida, y pone la cámara a favor de los personajes que nos recuerdan (quizá) a nosotros mismos.

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Gonzalo Restrepo Sánchez