sábado, 20 de abril de 2013

DE PELÍCULAS Y LIBROS


Se celebra en la capital colombiana Bogotá la feria internacional del libro (que concluye el 1 de mayo), dedicada en esta ocasión a Portugal. Aunque no hablaré sobre el tema específicamente, en esta oportunidad me gustaría enfatizar que los libros y las películas son buenos amigos, en la medida en que me recuerde (reitero, sea un libro o un film), la urgencia de actuar.

Como son muchos los ejemplos que puedo formular y el espacio no me lo permite, me gustaría (sin necesidad de satisfacer mi ego), traer a colación al cineasta y escritor Alexander Kluge. Respecto a su película “El asalto del presente sobre el resto del tiempo” y su libro “El hueco que deja el diablo”, si bien su “lectura” nos señala  “la urgencia de actuar”, ¡bueno! al menos en mí caso, y si tuviera que alabar el error: ¿qué argumentaría? De pronto (y digo de pronto), saldría corriendo y expresaría: ¡Alabado sea el error!

“El Progreso del Peregrino” escrito por Juan Bunyan es otro ejercicio de los muchos Cristiano (protagonista del texto) que nos encontramos a diario (y a veces dentro de nosotros mismos) para esa “diligencia de actuar”. Si bien y como señala Daniel Kahneman, la gente “tiende a ser demasiado optimista sobre su capacidad relativa para un actividad que realiza medianamente bien”, la verdad es que todo está en nuestras manos. Y es que sin lugar a dudas, muchas veces, todo queda en nuestras habilidades, después de haber leído “ese” libro o visto “esa” película.

Muchas veces, también,  es el mejor camino para conciliarse con uno mismo. Respecto al cine y por ejemplo, en muchas escenas de los films de Woody Allen, recuérdelo cuando un personaje (él mismo) dice a su interlocutor es “que lo vi en una película y funcionó”.

La idea está clara como aquel que se comió el libro para que no pudieran quemarlo, o aquel otro que ocultó el celuloide: Son lugares de encuentro para hablar con uno mismo y no morir en el intento.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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