viernes, 27 de agosto de 2010

The Human Centipede (First Sequence): La película más asquerosa de la historia


En España esta película holandesa filmada por Tom Six se pudo ver en el pasado Festival Internacional de Sitges y después de su estreno en el Reino Unido. El pasado 4 de agosto ha sido recibida por medios como la “BBC”, “The Guardian” o “The Sun”, como una de las películas (yo diría la más) asquerosa de la historia del cine.

El plan del maléfico cirujano Josep Heiter (Dieter Laser) es unir a tres personas (dos mujeres y un hombre) por sus organismos haciendo que el sistema digestivo de uno alimente a otro y que el sistema de ese otro alimente al último vía sonda implantada en la boca. A toda esta fantasiosa coprofagia súmese fantasías de quirófano, carnicería y mutilaciones en el último eslabón del cine repulsivo.

Pero, ¿cuál es mi reflexión final, después de haber visto semejante película escatológica y obscena? Me gustaría con el debido respeto, dejarle la siguiente reflexión, remitiéndome a John Berger, que en esto de educar la mirada (refiriéndose a una sensibilidad y atención) para “examinar” la imagen; hay que ir “en busca de una zona de experiencia en la que un acto de mirar equivalga a un encuentro”.

Cultivando su versatilidad y rompiendo géneros, en 1974, Berger escribe un hermosísimo libro de crítica de arte y literaria, titulado “Modos de Ver”, en el que como crítico intenta demostrar las funciones sociales del arte, la manera en que el artista responde a las condiciones históricas y sociales. “Yo creo que uno mira las pinturas en la esperanza de descubrir un secreto. No un secreto sobre el arte, sino sobre la vida. Y si lo descubre, seguirá siendo un secreto, porque, después de todo, no se puede traducir a palabras. Con las palabras lo único que se puede hacer es trazar, a mano, un tosco mapa para llegar al secreto”.

No es cuestión de escribir si el film es bueno o malo, si es aceptado o rechazado por una mayoría del público. Seamos un poco sinceros en nuestra forma de disfrutar el cine. Claro que en esto de la relación espectador-cine, siempre hay alguien que, bueno, ya lo dijo Fromm: “Nada de lo humano me es ajeno”. Pero también podríamos traer a colación de nuevo a John Berger cuando sentencia: “"Un juicio sobre una obra depende de que ésta ayude o no a los hombres a reivindicar sus derechos sociales en el mundo moderno".

Gonzalo Restrepo Sánchez

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