En España esta película
holandesa filmada por Tom Six se pudo ver en el pasado Festival Internacional
de Sitges y después de su estreno en el Reino Unido. El pasado 4 de agosto ha
sido recibida por medios como la “BBC”, “The Guardian” o “The Sun”, como una de
las películas (yo diría la más) asquerosa de la historia del cine.
El plan del maléfico
cirujano Josep Heiter (Dieter Laser) es unir a tres personas (dos mujeres y un
hombre) por sus organismos haciendo que el sistema digestivo de uno alimente a
otro y que el sistema de ese otro alimente al último vía sonda implantada en la
boca. A toda esta fantasiosa coprofagia súmese fantasías de quirófano,
carnicería y mutilaciones en el último eslabón del cine repulsivo.
Pero, ¿cuál es mi
reflexión final, después de haber visto semejante película escatológica y
obscena? Me gustaría con el debido respeto, dejarle la siguiente reflexión,
remitiéndome a John Berger, que en esto de educar la mirada (refiriéndose a una
sensibilidad y atención) para “examinar” la imagen; hay que ir “en busca de una
zona de experiencia en la que un acto de mirar equivalga a un encuentro”.
Cultivando su
versatilidad y rompiendo géneros, en 1974, Berger escribe un hermosísimo libro
de crítica de arte y literaria, titulado “Modos de Ver”, en el que como crítico
intenta demostrar las funciones sociales del arte, la manera en que el artista
responde a las condiciones históricas y sociales. “Yo creo que uno mira las
pinturas en la esperanza de descubrir un secreto. No un secreto sobre el arte, sino
sobre la vida. Y si lo descubre, seguirá siendo un secreto, porque, después de
todo, no se puede traducir a palabras. Con las palabras lo único que se puede
hacer es trazar, a mano, un tosco mapa para llegar al secreto”.
No es cuestión de
escribir si el film es bueno o malo, si es aceptado o rechazado por una mayoría
del público. Seamos un poco sinceros en nuestra forma de disfrutar el cine.
Claro que en esto de la relación espectador-cine, siempre hay alguien que,
bueno, ya lo dijo Fromm: “Nada de lo humano me es ajeno”. Pero también
podríamos traer a colación de nuevo a John Berger cuando sentencia: “"Un
juicio sobre una obra depende de que ésta ayude o no a los hombres a
reivindicar sus derechos sociales en el mundo moderno".
Gonzalo Restrepo Sánchez
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