La película biográfica de Franz Kafka de Agnieszka Holland
"Franz", que tendrá su estreno mundial en la sección de Presentación
Especial del Festival de Cine de Toronto, ha estrenado su tráiler.En una entrevista
exclusiva con Variety, Holland, la directora de películas nominadas al Oscar
como "Angry Harvest", "Europa Europa" y "In
Darkness", explicó cómo tomó forma la película y su versión de Kafka,
mejor conocida por "La metamorfosis", "El proceso" y
"El castillo".
Para esta película habría que inventarse un calificativo,
los españoles dirían “una chorrada”, en nuestro medio “mala no es palabra”.
Otra cosa que también llama la atención es que nunca antes había visto un personaje
tan malo en la filmografía de Idris Elba. Pero, creería que el dinero que le
pagaron por este filme debe ser bastante considerable.
“Jefes de Estado” está adaptada en una realidad disyuntiva,
donde los líderes mundiales (del Reino Unido y Los Estados Unidos) son verdaderamente
magnánimos. La película nos presenta al presidente de los Estados Unidos, Will
Derringer (Cena), y al primer ministro del Reino Unido, Sam Clarke (Elba),
donde Will es una ex estrella de acción de cine, cuyo gracia y condición magnánima
lo han llevado a ser una celeridad exitosa. Sam, por otro lado, se ha resentido
emocionalmente, ya que sus índices de reconocimiento no le han hecho ningún
favor.
De todas formas no hay mucho que decir o escribir. “Jefes
de Estado” está dirigida por Ilya Naishuller (“Hardcore Henry”), un graduado de
ese linaje superlativo-divertido-perspicaz de la academia cinematográfica de
cinema stunts que también matriculó a la mayoría de los tipos que dirigieron la
era de espías con Roger Moore y sus sucedáneos. Inclusive, hay un instante en
una escena de persecución en el que la cámara se mueve para seguir a un par de
vehículos que toman una curva cerrada a alta velocidad, luego se detiene en un
grupo de monjas que se persignan (generando una posible risa a un absurdo).
La película pues es una comedia de bufonadas que se
detiene fugazmente para los instantes de los interlocutores, algunos de los
cuales, son genuinamente joviales o patéticos. Pero, que sus enemigos están especialmente
interesados en alcanzarlos a través de Europa después de que el Air Force One
es tumbado por mercenarios que trabajan para el personaje de Considine, cuya
organización no queda muy clara por el guion.
La tontería sigue prosperando a medida que mejora la
película, hasta que en el tercio de la trama parece estar estimulando los términos
de hasta dónde puede se puede “extender la credulidad”. Y comienza a expresar una
mirada haciendo referencia a sus conformes clichés y la acción se vuelve más enloquecida.
Todo culmina en una persecución de autos efectivamente frenética que pone a
prueba los términos de la lógica, la física y la participación posible de dos
hombres de mediana edad. Punto final.
Al precisar en primera instancia es que esta
nueva versión de "Superman", es que algunas anteriores dejaron “la vara bien
alta”, esta versión del siglo XXI no desmerita en nada a la saga, antes, por el
contrario, deja la sensación de que estamos ante un buen filme y un director que
se esmera por satisfacer todos esos mitos del hombre de acero. Y si hay algo
que le da brillo a su quehacer es Lex Luthor (Nicholas Hoult), el personaje
excelentemente caracterizado por su perversión en esta entrega.
Si bien, pudiéramos empezar señalando cierto distanciamiento al argüir que
estamos ante unos héroes esplendorosos (prototipos y clichés), cuentos
sencillos, escenas de acción establecidas por equipos de postproducción con
ayuda de IA generativas, valores estadounidenses ataviados de universales, y un
sentido de la justicia paternalista que ampara un intervencionismo específico.
Superman se aparta aquí del tono mesiánico: deja de ser un dios angustiado y
sombrío, como en otros tiempos, para hacerse mortal, aunque, sea un alienígena
—en vínculo directo con los cómics que le proveyeron fama.
Con una gran Lois Lane (Rachel Brosnahan). Este nuevo Superman (con el
encanto de David Corenswet), es un hombre bonachón y a la larga del campo (por
lo de sus padres), nada desolado, pero algo irónico y una época que no
revertirá. Y con un tenue fondo de parodia de sí mismo, afectuoso y cercano
como aquel Superman de Christopher Reeve, y con Richard Donner como director y
música de John Willians, ya saben. Este nuevo Superman igualmente se nos hará
cordial y expresivo.
En lo estrictamente cinematográfico. Aquí tenemos una disposición típica de
su director James Gunn: para los interiores, luces bajas, profundidad de campo,
distancia entre el sujeto y el fondo —y debe serlo por la suntuosidad de ese
habitus—. Cualquiera de aquellas zonas, sobre todo con poca luz o de ángulos
ocultos sería una agraciada iniciativa para que apareciesen todos los “malos”.
Pero, para los planos exteriores: toda la luz y con un componente quizá de
comedia negra, que llega del combate brutal entre la maquinación digital y la
violencia real.
Todo lo que advertimos y observamos es ¿el curso del argumento? El universo
digital ya no es una invención tecnológica por la que pueden ingresar
visitantes de un espacio a otro; es un paradigma que ha transfigurado al mundo
real. Lo que percibimos aquí es un todo un universo desvelado en plena aurora,
con un aire de líneas futuristas en decoración, interiorismo, diseño gráfico
arquitectura. El filme “Superman” (2025) nos cae simpático, y de la misma
manera complaciente cuando observamos a ese perrito de capa roja como
Krypto.
Hay
ganas de xenomorfos, ¿verdad? Pues estamos de enhorabuena: tras la compra de
Fox por parte de Disney y el estreno de Alien: Romulus,
Los
engendros del espacio exterior invadirán un territorio que hasta ahora habían
dejado en paz. Y no nos referimos solo a la pequeña pantalla.
Hablamos
de Alien: Planeta Tierra, una serie dirigida por Noah Hawley (Fargo, Legión)
para FX que nos planteará una nueva historia completamente distinta a lo que ya
hemos visto hasta a la fecha, que no es poco. A continuación, te contamos todo
lo que sabemos sobre el proyecto.
Gareth
Edwards, al que debemos aciertos como “Monsters” o fenómenos como “Rogue one: una
historia de star wars”, es un director radiante y con disposición para las
metáforas. Y él mismo da una clara respuesta a la paradoja que hoy nos ocupa, y
que podríamos describir como absurdo. El gran asombro es que la criatura
estrella de su película ni siquiera es un dinosaurio, es, en sentido estricto,
otra cosa de esos cruces de ADN entre bichos raros.
El personaje central es Zora (Scarlett Johansson), una
experta en operaciones comprometidas y su equipo de mercenarios en el que
sobresale Mahershala Ali; casi a la altura del mismo protagonismo está Jonathan
Bailey (un seductor personaje experto paleontólogo), y una familia: padre y
chiquilla incluida, que le pone ese acento de 'chiquillos en peligro' de la
que, creería ha forzado la selva jurásica.
Ahora, en cuanto alguien escrito por el afamado David
Koepp y hay que ser sincero, está abrigado por más de un deus ex machina. Es
decir, “una expresión latina que literalmente significa "el dios de la
máquina", entendiendo de con la acepción "denota de dónde es, viene o
sale alguien o algo” (Andújar, 2023). Su uso original proviene del teatro
antiguo, y se esgrime usualmente para referir cualquier resolución obligada en
una trama. Esta técnica resta credibilidad a la cuento, ya que la resolución
parece ser una forma de evadir la compromiso de solucionar el conflicto de un
modo más más natural.
La película coproducida por la empresa de Spielberg,
pareciese un homenaje a él su padre creativo (recordemos el primer tercio del
filme en alta mar y que se mueve como una remembranza a “Tiburón”), sino
también a aquellas películas de dinosaurios que popularizó la Hammer a finales de
los sesenta “Cuando los dinosaurios dominaron la tierra”, basada en una novela
de J.G. Ballard (cuya autobiografía produjo “El imperio del sol”, “Empire of
the sun”, 1987).
Un escenario distópico pues en este filme de Edwards, una
película hecha desde el goce aturdidor del cine ‘mainstream’ que todavía cree
que es viable hacer cine-entretenimiento sin mayores ínfulas. Respeto del
equilibrio ecológico de la naturaleza, predomina la grandeza de ese nuevo cine
de seducciones que no se abochorna de su majestuosidad. Filme a partir de los
espacios y el hábitat de sus criaturas humanas y prehistóricas, lo que calma un
entretenido incidente por tierra, mar y aire (que no parece dibujado por una
IA). También, es válido observar el sentido de la composición vertical —se
alinean “todos los elementos con base en una línea vertical imaginaria. Es la
dirección de la gravedad y se usa mucho en retratos que tienen una sola figura
central”— y que se planifica pensando en el fuera de campo. Algo no muy del
cine actual.
De pronto, El director italiano apura con 'Parténope' su
película más famosa e irritantemente personal. Pero de entrada me gustaría
escribir un poco sobre el título del filme.
«“Parténope” es una diosa de la mitología griega asociada con las
sirenas y el canto hipnotizante. Según la leyenda, Parténope era una hermosa
mujer que se ahogó en el mar por desamor y fue transformada en una criatura
mitad mujer, mitad ave».
“Parténope” era estimada la más apacible y armoniosa de
todas las sirenas. Se cree que habitaba en el Golfo de Nápoles, cerca de la
ciudad italiana que lleva su nombre actualmente. De hecho, según la leyenda,
ella fue quien dio origen al nombre Parténope.
Ya respecto al filme (que arranca en 1950) y lo primero
que salta a la vista es la continua figura de una actriz llamada Celeste Dalla
Porta de una hermosura portentosa y atracción imborrable. Míresele del
cualquier plano, ella es un atractivo permanente. Desde aquellas miradas y
rostro de Ingrid Bergman, no me había vuelto a seducir una mirada
cinematográficamente hablando.
Ya centrándonos en la historia del cineasta Sorrentino,
tiene como mediadora a una bella fémina. Una mujer nacida en el agua, que vaga
casi como ese ser al parecer extasiado por fastuosos escenarios y por
ostentosas moradas de forma impasible y acceder a las pretensiones de cuantos
jóvenes la cortejan. Con una vocación laboriosa, de emociones reservadas,
inaccesible en sus turbaciones y de pensamientos muy de ella, es retratada por
Sorrentino con toda la solidez y pureza del lenguaje cinematográfico, y al mismo
tiempo, ingresa en el interior (agrietado) de su protagonista para desarrollar
él su tradicional discurso acerca del sentido de la existencia, su carácter
fugaz, el paso del tiempo, y hasta de la muerte (el hermano de Parthenope, que
sentía una seducción incestuosa hacia ella, se suicida, al no poder de
sobrellevar los celos de verla con otro individuo.
¡Qué nada” Qué a la larga terminamos extenuados de pura
felicidad en esas “fiestas sin final” y nos dejamos llevar por los murmullos
cálidos de un horizonte divino. Y como dice el cinéfilo y amigo Henry Laguado
“una cierta mirada felliniana”, si bien, sabia. Sorrentino atrapa pues y da
fuerza a esa energía vital de la juventud con su lenguaje habitual: suaves
travellings en torno a los personajes y estructuras y contexturas armoniosas
con un cielo azul napolitano y cámara lenta que acentúan el carácter fugaz de
esos gemidos del ser humano como consecuencias.
Enzo Staiola, actor conocido por haber dado vida al joven
Bruno Ricci en la aclamada cinta de Vittorio De Sica, “Ladrón de bicicletas”,
ha muerto a los 85 años de edad. El intérprete falleció el pasado miércoles, 4
de junio, por causas que se desconocen, según informó el diario italiano “La República”.
Staiola, y según recordaba el propio actor en una
entrevista concedida en 2023 al citado medio italiano, De Sica lo descubrió un
día que regresaba a casa desde la escuela. Ese día, "un señor canoso, muy
elegante", se bajó del auto que lo estaba siguiendo y le preguntó su
nombre. "Yo me quedé callado. Y me dijo: '¿Pero usted no habla?'. 'No
tengo ganas de hablar', le contesté. Mi madre siempre me decía que no fuera
demasiado familiar si alguien me paraba...", explicó.
Valga pues la oportunidad para examinar un poco “Ladrón
de bicicleta”, por muchas razones. Una, y muy trascendental es que es una obra maestra.Su historia es amarga y literal, plenamente libre de “confabulaciones”
y escrita por Cesare Zavattini pensando exclusivamente en la cámara, la
película está basada en una novela de Luigi Bartolini, y no es más que la
historia de un desprovisto trabajador al que le sustraen su indispensable
bicicleta y que turbado intenta encontrarla durante todo un día. Él es un
hombre humilde, cartelero, que (quiero o no) debe tener una bicicleta para
poder conservar su nuevo trabajo. Él tiene una esposa y un hijo pequeño que
dependen de él. Y así, durante un extenso y sombrío domingo, él y su hijo transitan
las atiborradas calles de Roma, en busca de esa bici importante que, debemos
decirlo, nunca encuentran.
Otorgado un Oscar honorífico en 1949 por la Academia de
Hollywood, es una de las mejores películas y una de las piedras angulares del
neorrealismo italiano. Una Película sencilla y poderosa pues sobre un hombre
que necesita un trabajo.Que esta gallarda
historia acabe teniendo la repercusión emocional de una tragedia clásica, puede
sonar irracional, pero eso es lo que acontece.
“El ladrón de bicicletas” nos ubica justo ahí, nos consiente
sentir lo que resulta ser una experiencia arrolladora con estos personajes
(reales, porque no son actores) observados en la pantalla, nos permite concebir
la condición del ser humano cuando es casi indescriptible.Pero,
también es importante entender que una
bicicleta “actúa” en la película como dispositivo de separación, que retorna un
entorno sereno en un mar de apariencias e irresoluciones. ¿Quién puede reflexionar
sobre lo paradójico del hurto de una bicicleta, quién se escapa a las injusticias?
Ahí está el detalle.
Los principios del neorrealismo italiano (al que
pertenece el filme de De Sica), es un movimiento que se consolidó, en parte por
evidencia ideológica mostrando la realidad de un entonces, y en parte por la insuficiencia
y falta de recursos en la posguerra en una Italia a finales de la década de
1940 y principios de la de 1950.Citando a Bazin,
es “una nueva forma de la realidad, supuestamente dispersiva, elíptica, errante
u oscilante, que opera por bloques y con nexos deliberadamente débiles y
acontecimientos flotantes”. Entonces, en vez de incorporar un ambiente ya comprendido,
el neorrealismo apuntaba a enfrentarse con la ambigüedad y por ello, algo muy
importante, se hacía crónica.