domingo, 2 de marzo de 2025

Un completo desconocido

 

Si tomamos como punto de partida que «Al situar al falso documental en una tabla comparativa con el documental […], la ficción y el docu-drama, señalan que el falso documental es un texto ficcional que aprovecha convenciones y códigos del documental para contar una historia de ficción. Es decir, que habita en un espacio intermedio entre la ficción y la no ficción, en un tercer espacio. Esta idea es lo que denomino “la hipótesis del tercer espacio”» (Aguilar, 2019, p. 44).


Así que el aforismo anterior me permite introducir de entrada que “Un completo desconocido” (2024) de James Mangold sobre la vida del cantante Bob Dylan en ese tercer espacio cargado de la música de un Dylan (un Timothée Chalamet superlativo en esta crónica) inspirado y único. Chalamet lleva a cabo un trabajo extraordinario en el que no es sino el primer biopic autorizado sobre quien a ciencia cierta es el músico más icónico del siglo XX.

 “A Complete Unknown” retoca a manera de crónica, buena parte de su colosal repertorio de canciones, empezando por “With God on our side” (cuando era un perfeto desconocido), “Song for Woody” y finalizando con “Like a Rolling Stone”, dejando que Chalamet contribuya con su propia voz para brindar una versión considerable y verosímil del sonido original —“The times they are a-changin” (1964)—. Además, el intérprete presenta un trabajo aún más sorprendente cuando personifica al músico lejos de los micrófonos, confeccionando una personificación posible sin llegar a la parodia.

En otro orden de ideas, “A Complete Unknown”, ha vuelto a poner sobre la mesa una de las relaciones más fascinantes y complejas de la historia de la música: la que vivieron Bob Dylan y Joan Baez (conocida como “la Madonna descalza”). Esa relación fue intensamente significativa, no solo para sus carreras, sino para el horizonte musical de los años 60. La cinta y es válido reiterarlo explora esta unión que combinó amor, colaboración artística y desencuentros; de manera que el filme es una evidencia más de cómo el amor y el desamor consiguen inspirar algunas de las obras más famosas de la música.

Así, “A Complete Unknown” podría ser un ejercicio de subjetividad en la que la cámara de Mangold y la mirada musical del intérprete se unen con el fin de inspirar al espectador y lanzarlo a un viaje delirante y nada enorme del que no va a salir apaleado. Mangold diseña un torrente de imágenes nada frágiles sobre canciones que hunden la pantalla con su armonioso despliegue de arpegios y letra nada excesivos e interesante. Y, en ese proceso, pone a prueba los límites de un público sobre la sobredosis (a veces) formal a la que se ve expuesto para volar libres por el cielo de la abstracción (me refiero a la letra y la música).

Y para concluir, este filme demanda al espectador levantando su voz, frente a las voces musicales allí escuchadas. Y es ahí donde la cinta juega con todo su potencial desplegando esas “miradas” sin estar por encima de los individuos sometidos a ella. ¡Ah, por favor! Joan Baez como la única mujer más cercana a Dylan teje un tapiz de contundentes emociones que tienen mucho más que ver con el reclamo de un legado de pronto intangible.