Observadas las tres
horas y pico de esta película de Lars Von Trier, me gustaría empezar por una
frase de la protagonista llamada Joe: “La música tiene tres voces. Me limitaré
a hablar de tres amantes”. En este contexto
y como un “cantus firmus”, la mujer (hallada por un señor mayor) tirada
sobre la calle; podría plantear los “ires y venires” de una ninfómana, que
defiende su sexualidad a capa y espada.
De todas formas, el
director a modo de flash back relata como una crónica sin fin (esa es la
sensación), la vida de una niña, luego adolescente y más adelante como una mujer hecha y madura, los eventuales momentos
para hacer sexo (menos en su niñez); con referencias al arte, a la familia y a
la música entre muchas otras ideas.
Pero si música y sexo
tienen relación en esta cinta con fuertes dosis de escenas eróticas y algunas
hasta perversas, estamos ante una composición que abarca todos los sentimientos
de una mujer que nunca dejará de sentirse arrebatada por el sexo (aunque por la
elíptica escena final, parece que su autoestima por fin pudo ser hallada).
Sexo, mentira y
realidad es pues esta historia (por momentos atrayente, por momentos fastidiosa),
que vincula las interioridades de un espectador, del cual nunca sobremos como
es (o fue) ese largo viaje existencial y sexual, para aceptar o no esta
película.
Gonzalo Restrepo Sánchez