A mi juicio el gran
problema de esta reciente película de Danny Boyle, es que el espectador, de
pronto, no identifica si está (y me refiero al personaje Simon (James McAvoy),
que compone la intriga principal) en el presente o en el pasado. Esto puede ser
el elemento en contra por mantener una atención, a partir del tercer tercio de
la fábula.
De todas formas, este
thriller psicológico, toma como punto de partida el robo de un cuadro que no
sabe el ladrón dónde lo ha dejado. Si a esto le unimos la acción, el sexo, los
saltos de tiempo y a una hipnoterapeuta
(Rosario Dawson) para que entre en el cerebro de joven Simon y hurgue en los
recovecos más oscuros de su psique, podemos entrever que es una historia sobre
los equilibrios mentales cuando de transgredir mis propias creencias sobre lo
bueno o lo malo cuando de desagraviarme se trata.
Nuevo trabajo pues del
cineasta Danny Boyle que más allá de mantener lo tradicional en el relato
audiovisual para yuxtaponer realidad y fantasía, intenta sin mucho éxito
relatarnos una intriga que bien pudo ser lineal. Pero, cuando de ignorar las
reglas se trata, ahí está Boyle.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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