Parece que los críticos
de cine se hubieran puesto de acuerdo para elogiar (a veces en tono desmedido)
este nuevo film de James Bond. Si bien el resultado es interesante, bien
podemos escribir que trata del Bond más reflexivo y menos dado a sus intuiciones
a la lata. Esto es importante, pues la historia recrea el fin de "M"
(Judi Dench), que siempre estuvo temerosa de su muerte, aunque al final no tuvo
más que aceptar su desdicha (o alegría por morir en los brazos de Bond).
Con una escena de
locura al comienzo, en un verdadero alarde de acción trepidante, la historia
toma su rienda dramática en locaciones del mundo, para adentrarnos
en el concepto muerte en los labios de un Bond más propenso a mirar con calma
su alrededor. Ahora, la aparición de Silva (un Javier Bardem pletórico),
arranca quizá las obsesiones de un criminal por acabar con su propio enemigo
(él mismo).
Así que esta historia
más cargada de un psicoanálisis a los personajes ya enclavados en el imaginario
universal, “Skyfall” ofrece la garantía que siempre se hará alarde de lo bueno
por los buenos, y alarde de lo malo por malos. Esto aunque parezca de Perogrullo,
bien vale la pena reseñarlo, pues creo que por primera vez el espectador se
detiene en ver las almas de los personajes prototipos en los cincuenta años de
la vida de Bond.
Así que este nuevo film
diseña en su discurso, que el héroe Bond (¿nuestro Yo?), no es un inmortal. Aclaro:
Jung se refería más a cuán inclinados
estamos (nuestro Yo) hacia la persona y la realidad externa o hacia el
inconsciente colectivo y sus arquetipos. ¡Ya nos avisó de que todos
nosotros tendemos a valorar nuestro propio tipo por encima de cualquier otra
cosa!
Gonzalo Restrepo Sánchez