Con un buen teaser,
esta historia arranca en Moscú en 1990 con un atentado, para trece años después y a través
del periodista alemán Paul Jenssen,
quien investiga acerca de su padre fallecido, nos muestra cómo las verdades del Estado
están cargadas de culpas a los demás (en este caso específico a los chechenios,
cuando son producidas por el mismo Estado). El hilo conductor de todo este
intricado plot, es el periodista que ve como en cada paso que da, hay una
verdad oculta.
Pero más allá de estas
consideraciones preliminares, el film toca dos verdades. Primero, el periodismo
como ese ente fiscalizador de las cosas del Estado y segundo, un Estado
corrupto que no permite dar las verdades de una corrupción a favor de políticos. Echar las culpas a los demás, cuando de
asuntos internos se trata, los menos favorecidos son los ciudadanos que habitan
dichos países. Conclusión: Que hay que buscar siempre la verdad.
Muy bien por el
cineasta Dennis Gansel (“La ola”), quien con una cámara acertada, la intriga
siempre está en cada momento de una historia de gran vigencia, donde destacan además los actores. Film altamente recomendable.
Gonzalo Restrepo
Sánchez