Fundamentalmente, este
film dirigido por el sueco sueco Mikael Håfström es bueno en términos de la
intriga bien diseñada en el guión. Su ambientación de los años cuarentas, pone
de relieve a unos personajes creíbles. En este contexto, las caracterizaciones
a mi juicio sobresalen: John Cusack como Paul Soames, Li Gong como Anna Lang
Tin, amén de los personajes de los actores Yun-Fat y Ken Watanabe.
Y como el punto de
partida de la intriga es la misteriosa muerte de un americano en Shanghai, los
dispositivos (de la trama) resultan a la larga un destino irrevocable tras las
investigaciones del señor Soames y ese fatum que caracteriza a los personajes
en el sendero hacia la muerte —momento en el que se descubre la verdad. Además,
día en que Japón ataca a Pearl Harbor—.
Sin lugar a dudas, este film también supone un grato reencuentro con el “cine negro” de siempre y que no es otra cosa que un estilo visual. Vemos entonces una Shanghai cuyas calles están cubiertas por la lluvia, con sus luces y sombras, las luces de neón; la música de jazz, el crimen, esos grises personajes y sus acciones, y esas “mujeres fatales” para una atmósfera angustiosa.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Sin lugar a dudas, este film también supone un grato reencuentro con el “cine negro” de siempre y que no es otra cosa que un estilo visual. Vemos entonces una Shanghai cuyas calles están cubiertas por la lluvia, con sus luces y sombras, las luces de neón; la música de jazz, el crimen, esos grises personajes y sus acciones, y esas “mujeres fatales” para una atmósfera angustiosa.
Gonzalo Restrepo Sánchez