Con un prólogo innecesario
quizá (porque no dice nada, sólo una idea visual de espacio), el cineasta
argentino Pablo Trapero utiliza en esta oportunidad, a un par de personajes (y actores
fuera de serie como Ricardo Darín y Jérémie Reiner) para hablarnos de sus
cuestiones existenciales como sacerdotes en medio de una realidad social como la pobreza en América Latina.
La idea de un
socialista Alfredo Palacio de un gran hospital, da título de “Elefante blanco” a una
locación jamás terminada, que ha sido la estulticia de todos los gobiernos. De todas formas vemos un
film que recrea sin ambages, que la condición del ser humano siempre ha sido la
misma a lo largo de su existencia. Por eso el film es una excavación, si se quiere,
al término de Dios en conceptos existenciales, en medio de otra cosas como las comunidades de vulnerabilidad, en un equilibrio a mi juicio de
imagen y la palabra en lo específicamente cinematográfico.
Enfatizando sus logros
visuales en una idea que transita la pobreza, aflicción, temor, amor, culpa, bien y
mal, muerte, conciencia, espanto, etc., al final salimos con la sensación de
cómo dos personas, y el resto de la humanidad, no podemos arreglar este
desorden que se llama mundo (el que vivimos). Ahora lo contrastante
con todo esto, es sin lugar a dudas las canciones y música de Michael Nyman, ("El paino") que emana cierta
paradoja en contraste con la realidad visual.
Gonzalo Restrepo
Sánchez