Philippe es un
aristócrata que se ha quedado tetrapléjico y contrata como cuidador a domicilio
a Driss, un chico de color, pero, más allá de esta situación (basado en un
hecho real), la historia nos dice que el hombre es fiel a sus ideas, cuando no
hay “aspavientos” irreconciliables.
Que esta cuarta
película francesa de los guionistas y directores Olivier Nakache y Eric Toledano,
siembran en las almas de los asistentes a las salas de cine para este film, que
las empatías siempre son buenas consejeras. Que las empatías, generan sin
protocolo alguno, la distancia más corta entre dos personas, que no evidencian
razas ni distingos.
En un perfecto guión,
todo eso que disminuye al ser humano: marginalidad, el color de la piel, la
pobreza, no deben ser en la honestidad del humano, un argumento para necesitar
la mano (o dar la mano), cuando de ayudas se trata. Excelente film pues, que en
un ritmo acompasado, la música a veces nos dice, que sin ella es un error
vivir. Y qué la vida bien vale la pena vivirla.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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