El cineasta Gerardo Naranjo titula esta cinta “Miss bala”, nada más acertada en muchos países (sobre todo de América Latina), para hablarnos de aquellas mujeres quienes creen que su belleza (por ejemplo “Sin tetas no hay paraíso”, del cineasta colombiano Gustavo Bolívar) les permite abrir cualquier puerta y concursos de belleza sin problema alguno; cuando en el camino se cruza el mundo de la mafia y el narcotráfico.
En este contexto bien real en México, donde se sitúa la trama, bien podríamos señalar que la película, de pronto algo confusa y dirigida con enojo y furia excesiva quizás (algunas escenas “llenas de plomo”), certifican un mundo de rencores y venganzas, sobretodo de ciertos capos próximos a evidenciar sus irritaciones.
Y es que la protagonista Laura (Sthepanie Sigman) de la historia, es una joven mexicana que ambiciona mantener sus ilusiones (junto con su mejor amiga en un concurso de belleza local) pese a que su vida, junto a su padre y a su hermano pequeño no son nada fáciles. Historia pues que no se aleja de la realidad y concluimos que es aceptable y con algún que otro pequeño cliché.