sábado, 9 de agosto de 2014

CALVARY


Un día el padre James Lavelle (Brendan Gleeson está admirable y demuestra su capacidad camaleónica a la hora de interpretar diversos roles) está en el confesionario (como de costumbre), esperando a que los feligreses se acerquen  y se confiesen. De pronto, el padre escucha una confesión muy extraña, llena de rencor y sátira sobre un evento muy oscuro en el pasado de dicho parroquiano. Pero, antes de terminar la "confesión", el feligrés (que no vemos) le dice un domingo será un buen día para matar a un sacerdote.

De manera que esta cinta irlandesa (un buen filme en los últimos tiempos de la cinematografía irlandesa) tiene varias lecturas. La primera obedece a la mala imagen de una iglesia cargada de sacerdotes sumidos en la perversidad, y que hasta qué punto merecen el perdón de Dios y de la gente lesionada por ellos.

La segunda, que vivimos en una cultura hipócrita de parte y parte (curas y feligreses) que criticamos de día lo que disfrutamos de noche. En este sentido, el filme utiliza unos diálogos asignados de ironía y humor negro aunque en esta oportunidad ambos elementos están más medidos e inteligentes. Al final la reflexión sobre la promesa de una nueva vida y el regreso a los infiernos como redención. Película para ser observada sin prisa alguna (el principal enemigo del cine hoy día).

Gonzalo Restrepo Sánchez
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