Es pertinente recordar estimado lector, que a muchos gángsteres como a
Dillinger, les gustaba el cine y se dejaban impresionar por las imágenes. En el caso del carismático gángster, saltaba por
encima de los mostradores de los bancos imitando a su héroe, Douglas Fairbanks.
Y el hecho de ser precisamente un habitante de salas de cine en Chicago, John
Dillinger cayó abatido por las balas cerca a la puerta de una sala de
proyección en 1934, tras ver a Clark
Kent y William Powell en “Enemigo público número uno” o “Manhattan Melodrama”.
“Enemigos públicos”, pienso que es casi
una obra maestra. La lucidez de todo el verismo necesario para darnos
cuenta de la inteligencia del director Michael Mann en la puesta en escena y en
la dirección de los actores, así lo
confirma. Aunque algunos han criticado la labor actoral de Johnny Depp como
Dillinger, pienso redondea unos de los papeles que puede llevarle a una
nominación a los “Oscars”. Marion Cotillard luce como tiene que ser una
estrella de la categoría de interpretó para el cine a Edith Piaff. Christian
Bale en el roll del detective Melvin Purvis, ha resaltado sin concesiones su
capacidad histriónica y poder de comunicación. Todos notables actores que
otorgan credibilidad a sus papeles que interpretan.
Ayudado con la excelente
fotografía de Dante Spinotti y aunque mucho se ha escrito y llevado a la
pantalla sobre el “cine negro”, en esta oportunidad considero que Michael Mann
se aleja del estereotipo de las producciones de este género, recorriendo los principios más destacados del
thriller y de síntesis, a pesar de las más de dos horas y veinte minutos que
tiene el film.
“Enemigos Públicos” es pues una película que dotada de un ritmo y una
tensión progresiva, fue concebida como una alegoría alrededor del gangsterismo mafioso. Michael Mann elimina lo superfluo y
encamina su planificación al realce de lo significativo. ¿Cuál es el enemigo público? El Poder y el placer ejercido desde el
territorio político por el mismo hombre.
Y asociando todo esto con la “novela negra”, que está muy próxima a este
enunciado, Fereydoun Hoveyda en su interesante libro “historia de la novela
policíaca”, se remite a la idea que los psicoanalistas han estudiado el
problema: “Leopold Belliac señala, por ejemplo, que en la “novela policíaca” se
intensifica primero la ansiedad, seguida inmediatamente de una sensación de
alivio, pudiendo el lector identificarse
con el criminal o con la víctima (Psychology
of the detective story)”.
Gonzalo Restrepo
Sánchez
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