martes, 22 de febrero de 2011

A propósito de Robert McKee(*)

Pasó por Bogotá, el prestigioso escritor y dramaturgo norteamericano de setenta años Robert McKee (guionista entre muchas obras para cine y televisión como “Kojak”). Invitado por la Escuela Nacional de Cine, este profesor de escritura audiovisual, tiene además a su favor, que la gran mayoría de sus estudiantes han ganado el “Oscar” de Hollywood con sus guiones.



El escenario del encuentro fue en la céntrica Bogotá, en el emblemático teatro de la calle séptima “Jorge Elicer Gaitan”, donde se reunieron 850 personas (actores, escritores, directores colombianos y de otras nacionalidades de América Latina), quienes mañana y tarde durante cuatro días, confluyeron con corazón las recomendaciones de McKee en el frío escenario. Un hombre de contextura gruesa, cejas pobladas y frente fruncida, que impuso casi como una dictadura sus ideas, y además, no permitió: celulares, cámaras fotográficas y de video, durante y después de sus charlas magistrales. Al mismo tiempo tampoco permitió hablar entre los asistentes, pues lo desconcentraba (en algún momento regañó a la audiencia).

No obstante, un poco esa imagen de cascarrabias del conferencista, todo el mundo rió y aplaudió a su personalidad e ideas —algunas acompañadas como dicen los españoles de “tacos” (groserías) —, pues en el fondo y dado su estilo de vida, resulta ser un buen consejero y bonachón hombre de la vida, que recomendó siempre “observarla”, ya que nada es lo que parece. La verdad siempre está oculta —según sus propias palabras—.
Debo de empezar por confesar, que asistió mucha gente joven y de pronto más chicas — aunque también, importante gente del gremio en Bogotá—. Todos con ese ánimo de abordar y escuchar al gurú de guiones de los Estados Unidos. Pero, igual sorpresa me causó no ver a cineastas del Caribe colombiano y catedráticos que abundan en nuestras facultades de cine y televisión, ¿enseñando? cómo escribir para cine y televisión. ¿Qué está pasando si la región produce buenos escritores?

Sin el ánimo de editorializar este asunto, para no herir susceptibilidades, el maestro del suspenso Alfred Hitchcock sentenció en alguna oportunidad que tres características debe poseer una película: el guión, el guión y el guión. Tengo que decir ante la ausencia de caribeños en el evento (sólo dos chicos de la Facultad de Cine de la universidad del Magdalena se me acercaron), debe de alarmar más ese titubeo de las nuevas generaciones de cineastas ante la escritura de sus guiones. Porque un cineasta no es aquel que dirige, es también quien tiene alguna experiencia en cualquiera de las tres áreas de la producción un film.

Pues bien, fiel devoto de Ruth Prawer Jhavala (ganadora del “Oscar” por “Lo que queda del día”, con Anthony Hopkins) y con múltiples anécdotas llenas de sabiduría, Mckee atiborró su charlas y ejemplos (“Tender Mercies”, de Bruce Beresford, “Chinatown”, de Roman Polansky, “El ocaso de una estrella”, de Billy Wilder), con algunos films de sus alumnos ganadores del “Oscar”, para señalar aspectos importantes de la escritura audiovisual, que dicho sea de paso; el profesor defiende a capa y espada el concepto clásico de los tres actos y recomienda a todo el mundo leer “La poética”, de Aristóteles.



Pero no sólo invita a leer, sino a observar la vida para que, lo trivial sea contado brillantemente y que todo el mundo haga su camino de una manera única. Considerado como uno de los escritores americanos más influyentes y de prosa estilista de la primera mitad del siglo XX, McKee evocó (y recomendó estudiar) brillantemente a H. L. Menken, de quien citó la frase: “Por cada problema complejo, hay una solución sencilla que no funciona”.
Considera que el guión más perfecto en la historia del cine es “Casablanca”, dirigido por Michael Curtis. Con cinco actos en el guión de esta cinta, McKee el último día en el teatro, la desmenuzó o desgranó, para dejarnos en la mente, que si bien tomamos como ejemplo, la estructura clásica de tres actos, siempre hay un artilugio que permite más y eso es correcto, pues hay películas como “Cuatro bodas y un funeral” que tienen varios actos; “mandando al público en otra dirección”.

Pero bueno, fueron muchas las enseñanzas de McKee. ¿Conclusión?: El talento narrativo es lo primero y el talento literario lo segundo (esencial). Principio absoluto en la redacción de guiones cinematográficos y televisivos. Pero, tal como lo escribe el propio McKee: “Talento sin oficio es como combustible sin motor”.

Después de las largas y extensas jornadas con el profesor McKee, y es mi respetuosa recomendación a aquellos que no quieren creer o que no están convencidos que en el cine el guión es lo fundamental, una frase del famosos cineasta David Lean (“Un pasaje a la India”): “El guión es como una penitencia obligatoria antes de tener el inmenso placer de dirigir una película”. Además, recomiendo el film “Ladrón de orquídeas”, de Spike Jonze donde los personajes de Nicolas Cage y el propio Robert Mckee como él mismo, resumen una vez más lo que no hablamos aquí: “el principio de antagonismo”.

(*) Robert Mckee aparece en la cinta El ladrón de Orquídeas (Adaptation, Jonze/2002) donde es interpretado por Brian Cox, quien fue elegido por el autor de manera directa.