Una niña como Riley puede ser
cualquier ser humano con una mente normal. Y en este sentido, la película nos
muestra como el ser humano es controlado por ella. En el ser humano, todo lo es
la mente. Y en la película, y de forma bastante sencilla, nos muestra cómo se
originan nuestros estados de ánimo y nuestros impulsos. En este sentido, pienso
que los niños se apuran a firmar reticencias respecto a ciertas “personitas” (o
neuronas y sus informaciones sinápticas). En especial a tristeza y aplausos
para alegría. Aunque el gruñón no se queda atrás.
De manera que la historia, bien
suscita más de una risotada, y deja en la menta de quienes asisten al filme,
que el cerebro siempre tiene a disposición su tiempo y deseos de agradar o
fastidiar el asunto que a bien determine. Inteligente película pues, que deja
una lección bien importante. Lo que importa en la vida es ser feliz.
Y quien no quiera serlo, pues se adentrará por
los caminos más difíciles de transitar. Y no vale la pena, pues, a la larga
siempre el cerebro (según sea usted), le indicará el camino a seguir. Bueno, me
refiero a los sentimientos. Algo que la neurociencia nos indica: manejar las emociones.
Película de visión obligada a todo el mundo.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
Visite:www.elcinesinirmaslejos.com.co