De manera que uno ya no sabe que pensar respecto a las vicisitudes y maledicencia del ser humano. Si son o no programadas por el destino, y sobre todo la paciencia a de tener que afrontarlas y confrontarlas. No es que se salga de la sala de cine con sentimiento de culpa alguna, pero sí de lo que la vida es a la larga. ¡Un mar de mentiras!
Así que estamos ante cuatro historias, todas iguales, pero distintas, y que en su sintagma no requiere explicación alguna, pues de forma inmediata el espectador percibe en lo que nos hemos metido. Historias excelentes con buen tono y timing, que por momentos nos ahogan (al igual que la vida misma), Y es que todos tiene la enfermedad del bolero ("...ansiedad, angustia y desesperación").
Bien por el cine argentino, que una vez más demuestra que tiene la varita para ser más internacional y con las ganas de ganar la batalla a ciertos filmes made in USA. Después de la cinta, tómese un whisky, le aseguro que le caerá bien,
Gonzalo restrepo Sánchez
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